La disolución de la Unión Soviética dejó un tendal de tensiones entre las naciones que se establecieron desde 1991 solo comparables al lodazal que dejó la desaparición del Imperio Otomano, en la primera guerra mundial. Y en esos mismos territorios regresó un conflicto de difícil resolución pero imprevisibles consecuencias entre Armenia y Azerbaiyán. Estos nuevos enfrentamientos por Nagorno Karabaj encuentran a esa región bastante estresada por la situación en Siria, Palestina, Ucrania y Bielorrusia, de modo que la intervención de Turquía y Rusia era casi forzosa y así lo hicieron saber Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan. Los últimos informes de situación incluyen cerca de 90 muertos en los enfrentamientos, que se agudizaron desde este domingo. El secretario de la ONU, los jefes de estado de la UE y presidentes de varias naciones instaron a una mesa de diálogo para evitar un baño de sangre.

Para ver antecedentes:

Escala el conflicto este domingo.

La disputa por el espacio post soviético.

Pequeños países no reconocidos pero que existen.

Ucrania cambia de gobierno en 2019

Erdogan intenta rediseñar la región.

Palestina cada vez más sola.

El renacimiento ruso.

El enclave de Nagorno Karabaj, situado dentro de territorio que la URSS había atribuido en 1921 a Azerbaiyán, tiene población mayoritariamente armenia. En el contexto de una federación multinacional como la URSS, eso podía no representar un problema insoluble. Lo mismo había ocurrido allá por la segunda mitad del siglo XX cuando Crimea -que había pertenedico al imperio zarista- fue incorporada a la República Soviética de Ucrania por el entonces secretario general del PCUS, Nikita Kruschov.

Pero en a la caída de la URSS la situación cambió radicalmente al sur del Cáucaso. Tanto Armenia como Azerbaiyán se declararon independientes de la Federación Rusa, la sucesora de la URSS. Ni qué decir desde el golpe contra Viktor Yanukovich en Kiev en 2014. Pero ese es tema de otra entrada.

Los armenios, cristianos desde el siglo IV, chocaron con los azeríes, musulmanes chiitas. El problema no es esencialmente religioso, pero la fe también influye. En 1988 los armenios de Nagorno Karabaj se declararon independientes de Azerbaiyán.  El conflicto estalló a pleno en 1991 y duró hasta 1994, cuando se firmó un alto el fuego luego de combates feroces que dejaron algo así como 30.000 muertos. A esa altura, Bakú -la capital azerí- había perdido el control del enclave y de siete distritos adyacentes.

Autodenominada Republica de Artsaj, esa región de 11.300 kilómetros cuadrados y poco menos de 140 mil habitantes no es reconocida oficialmente sino por tres estados que, a su vez, tampoco tienen reconocimiento internacional, como Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria. En 2006 se votó en referéndum una Constitución. El actual presidente es Arayik Harutyunyan. El enclave tiene solo un punto de cercanía con Armenia, la franja de Lachin, ahora en estado de ebullición.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, mantiene frecuentes contactos con Putin, ahora intensificados por el recrudecimiento de las tensiones. El otro actor regional, Erdogan, tiene a su vez línea directa con el presidente azerí, Ilham Aliyev.

La enemistad entre turcos y armenios proviene desde el genocidio de 1915, cuando más de un millón de armenios fueron asesinados por tropas otomanas. Turquía nunca quiso reconocer su responsabilidad en la masacre. Alega que la República de Turquía fue creada en 1923, y no es responsable de aquellos actos.

Pero en esta ocasión, Erdogan apoya sin dubitaciones a Azerbaiyán. «Llegó la hora de que esta crisis que comenzó con la ocupación de Nagorno Karabaj llegue a su fin. Cuando Armenia haya abandonado el territorio que ocupa, la región reencontrará la paz y la armonía», declaró el mandatario turco el mismo domingo.

Putín, sin embargo, si bien mostró su apoyo a Ereván, fue más cauto en sus declaraciones. Y anunció una conversación telefónica con Erdogan para pacificar los ánimos en la región, de por si ya bastante convulsionada.  Nadie quiere repetir los encontronazos de 2016, cuando se registraron al menos 100 muertos en ambos bandos,

Putin viene impulsando la Unión Económica Euroasiática desde hace cinco años. Por ahora esta unión regional de comercio agrupa a Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, pero la puerta ya está abierta para el ingreso de Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Siria. Turquía, siempre con el deseo -insatisfecho quizás para siempre- de integrar la Unión Europea, no se quiere perder el tren de la UEE. Pero enfrenta el rechazo de Armenia. Este nuevo choque por Nagorno Karabaj no ayuda a esa definición.