En su cuadro La perfidia de las imágenes (1928), René Magritte exhibe una pipa con la siguiente frase: «Ceci n’est pas une pipe» (Esto no es una pipa). Fue su modo de cuestionar la relación entre los símbolos y las cosas basada en la semejanza representativa.

¿Se puede aplicar aquel concepto a la investigación de un fallecimiento? ¡Sí, se puede! Y va un ejemplo: la absoluta falta de indicios –en un expediente que ya acumula 120 cuerpos– sobre la participación de terceros en el tiro que le voló la tapa de los sesos al fiscal Alberto Nisman hizo que el juez federal Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano retomaran dicha idea nueve décadas más tarde, al señalar: «No fue un suicidio», cuando el caso exhibe un cúmulo de hechos y circunstancias que sugieren exactamente lo contrario.

Es posible que ellos, pese a sus conductas surrealistas, jamás hayan oído hablar del célebre pintor belga, y que sus antojadizas conclusiones sólo fueran fruto de su apego por la «posverdad», tal como se denomina el reemplazo de la información genuina por embustes con efectos emotivos. Una inclinación que comparten con cierta dirigencia política, con un sector de la AFI vinculada al Poder Ejecutivo anterior y con la prensa amiga. De modo que esta historia se encuentra anclada en el limbo de la sociedad del espectáculo.

Al respecto, no es un hecho menor que el documental Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía –sobre cuyas virtudes y defectos ya corrieron ríos de tinta– fuera estrenado a las tres semanas de llegar Alberto Fernández a la Casa Rosada, seguramente con el propósito primordial de reinstalar el tema ante los ojos del espíritu público, no sin reverdecer la hipótesis del magnicidio a poco de cumplirse el quinto aniversario del asunto. Pero la serie del director Justin Webster tuvo un efecto inverso. Por esa y otras razones, lo que en sus orígenes fue una obra maestra del lawfare hoy no es más que una comedia de enredos. En rigor, la tesitura del crimen emerge únicamente del peritaje realizado por Gendarmería durante la gestión de Patricia Bullrich, sin que sus expertos hayan estado en la escena del hecho. Ahí se afirma que hubo «dos sicarios», quienes redujeron a golpes al fiscal, obligándolo seguidamente a ingerir una dosis de ketamina antes de llevarlo al baño para descerrajarle un tiro en la sien.

«¿Cómo los asesinos salieron del baño, estando la puerta trabada desde adentro por la cabeza del cadáver?», preguntó en su momento el autor de esta nota a un perito de esa fuerza. La respuesta fue: «Ellos saben cómo hacerlo».

El informe de los uniformados estableció que Nisman dejó de existir a las 2:46 de ese fatídico domingo. Ni un minuto antes ni después. Una proeza en el campo de la criminalística, ya que en toda la historia forense nunca antes una pericia pudo establecer una data de muerte con semejante exactitud. «Fue a través de una ecuación matemática», aseguraron sus hacedores.



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Tal estudio le bastó a la dupla Ercolini-Taiano para imponer la carátula del homicidio, además de procesar como «partícipe necesario» al pobre Diego Lagomarsino, quien desde fines de 2017 circula por la vida con una tobillera electrónica. En tanto, los cuatro custodios de la Federal quedaron encausados por «encubrimiento». ¿A quién (o a quiénes) encubrían? Tal es la pregunta que aún hoy desvela al juez y al fiscal, puesto que carecen de la más mínima pista sobre los presuntos autores materiales y/o ideológicos.

Pero eso no los priva de estar en el bando de los ofuscados, junto con la exministra Bullrich, por la inminente revisión administrativa de ese peritaje, dispuesto por su sucesora, Sabina Frederic.

Lo cierto es que la psicosis causada por la proximidad de la efeméride fue prolífica en nuevas imposturas.

La más audaz fue la revelación publicada el viernes pasado en el diario Clarín, con la firma de Héctor Gambini, sobre 27 llamados realizados el 18 de enero de 2015 por un agente de inteligencia (no identificado) a funcionarios, debidamente detectadas por una antena situada a una cuadra del domicilio de Lagomarsino, en el barrio de Martínez. Tal flujo telefónico habría cesado unos minutos antes de ser hallado en cadáver del fiscal.

Una fuente vinculada a la investigación reconoció a este diario que «en el expediente no hay ni una palabra sobre esto».

No menos atrapante fue el aporte del diario La Nación. En su edición del sábado publicó en tapa algo que sí estaría en la mira del fiscal Taiano: un intenso cruce de llamadas entre celulares de agentes de inteligencia, ex espías, efectivos de fuerzas de seguridad, miembros del Ejército y funcionarios del Poder Ejecutivo, ocurrido en la mañana de aquel domingo, cuando todavía no se sabía que Nisman estaba muerto. La fiscalía –siempre según el diario de los Mitre– cree que en tales circunstancias «hubo dos bandos que se comunicaban intensamente con dinámicas paralelas, uno en torno a (Horacio) Stiuso y otro de (Fernando) Pocino». Este último, alineado al kirchnerismo.

¿Supone realmente Taiano que ese festival de los celulares tuvo que ver con el caso Nisman? Porque en esas mismas horas las fuerzas de seguridad y la central de espías estaban sumamente ocupadas (por orden de la Justicia) con otro problema: el robo de un misil, ocurrido 24 horas antes en el destacamento militar de Arana.

A su vez, el portal Infobae anima los fastos del aniversario en cuestión con un documento exclusivo: «La declaración secreta de Stiuso sobre Cristina Kirchner», de acuerdo al título del texto publicado el viernes pasado.

Se refiere a una declaración efectuada el 13 de marzo de 2019 por el espía más famoso del país ante Ercolini, donde apunta directamente contra la actual vicepresidenta por una presunta red de inteligencia paralela que lo tuvo a él entre los ojos, según una vieja carpeta hallada en el Ministerio de Seguridad nada menos que por la inefable Bullrich.

Ella, ahora designada como cabecilla del PRO, encabezó el sábado el acto partidario en homenaje al fiscal frente al Teatro Colón, junto a Waldo Wolff y otros halcones del macrismo. Claro que sin ocultar su propósito de convertirlo en una demostración opositora. Eso hizo que entre otros deudos de Nisman hubiera una notable fisura, ya que las organizaciones comunitarias   judías, la asociación de los fiscales y la familia –todos a su vez divididos entre sí– optaran por recordar a Nisman por separado. ¿El fin de una ilusión? «


EE UU también usa a Nisman

El gobierno de Estados Unidos aprovechó un nuevo aniversario de la muerte del fiscal Alberto Nisman para pedir que todos los países declaren grupo terrorista al Hezbollah. 


El secretario de Estado, Mike Pompeo, recordó a Nisman en el día en el que se cumplen cinco años de su muerte. Pidió que todos los países declaren a Hezbollah como organización terrorista.


«En este quinto aniversario de la muerte de Nisman, recordamos el ataque al centro judío AMIA de 1994 en Buenos Aires y sus incansables esfuerzos para llevar a los responsables ante la justicia. Hacemos un llamado a todas las naciones para que designen #Hizballah como la organización terrorista», escribió Pompeo en Twitter.


Este pedido se da en el momento en que el jueves pasado, Gran Bretaña amplió el alcance de sus medidas de congelación de activos contra el movimiento islamista libanés Hezbollah.