En economía no hay mucho misterio: lo que falta a un lado de una ecuación sobra en el lado opuesto. En la primera semana del año, la industria y el gobierno nacional festejaron un aumento de la utilización de los recursos en las fábricas argentinas, un indicador de que la productividad de las empresas iría por carriles positivos. Sin embargo, las autoridades públicas y privadas no mencionaron que el dato coincide con la tendencia descendente del empleo industrial que reconocen las propias estadísticas oficiales.

Es cierto que el nivel del sector secundario de la economía todavía no superó el de 2015, pero los datos disponibles ponen en evidencia un signo de estos tiempos: las empresas están produciendo más con menos trabajadores.

El aumento de la productividad es uno de los horizontes del empresariado en el camino hacia la tan mentada “competitividad” de las compañías que operan en el mercado local. El tema quedó más que claro en el debate sobre las reformas económicas que, entre otros temas, proponen aumentar la edad jubilatoria o discutir la extensión de la jornada laboral.

Aunque las reformas todavía no hacen sentir los efectos que prometen, los resultados ya se ven.

El lunes el Indec publicó su informe de Utilización de la Capacidad Instalada de la Industria (UCII), que se ubició en el 69,2% en noviembre de 2017, por encima del 68,4% que marcó en igual mes de 2016, una información que el ministro de Producción, Francisco Cabrera, festejó en las redes sociales. 

El ente estadístico nacional destacó: “Considerando el período enero 2016-noviembre 2017, el nivel de utilización de la capacidad instalada en la industria alcanzado en noviembre de 2017 constituye el máximo valor registrado de la serie”.

Pero la tendencia no se refleja en el empleo, que según el último dato del Ministerio de Trabajo, correspondiente a octubre de 2017, presentó aumentos en la construcción, el comercio, el sector inmobiliario, los servicios y la enseñanza pero no en la industria manufacturera, donde se perdieron 21.300 puestos solamente en el décimo mes.

La mano de obra de la industria sufrió en el onceavo mes del año pasado una caída interanual del 1,8 por ciento; de acuerdo al informe oficial, el peor resultado de toda la economía.

A la hora de las interpretaciones, el gobierno y las empresas recaen en el recurso de la pesada herencia y defienden la supuesta “necesidad de políticas pro competitividad” como condición sine qua non para destrabar la situación.

Pese a que llegó con promesas de generar empleo de calidad a montones, a dos años de su llegada al poder, el gobierno de Cambiemos todavía no encontró la manera de empezar a mostrar resultados.