“No entraron pacíficamente ni intentaron hablar. Directamente disparando y golpeando. Había niños chiquitos pero a ellos nos les importó, disparaban sin fijarse a quién. Nos pasaron varios disparos por los pies y cerca del cuerpo. Y después nos empezaron a golpear. Golpearon a las mujeres, a los menores de edad. A mí me golpearon en la cabeza y quedé tirada un rato. Golpearon a todos. Nadie se salvó”.

Las palabras de María Coluan Nahuel, integrante de la comunidad lof Lafken Winkul Mapu, en una crónica para la Revista Cítrica, describen cada momento de la represión que el jueves perpetraron la Policía Federal y Gendarmería Nacional sobre la comunidad mapuche. “Nos defendimos como pudimos – sigue la mujer -. No tenemos armas, no tenemos nada. A los niños también les tiraron mucho gas lacrimógeno o no sé qué cosa. Uno de mis nietos estuvo como cuatro horas llorando porque le molestaba la vista. Nosotras estábamos esposadas. Betiana, que es menor de edad, también estuvo esposada todo el tiempo. No nos dejaban ayudar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Gritamos, pedimos ayuda, pedimos que se acercara una defensora, que trajeran agua o algo para calmar a mi nieto. Y ellos se nos reían en la cara y decían que ya iba a llegar la ayuda. A mi hija que es menor de edad le pegaron, la arrastraron. Y no es la primera vez que es maltratada por este Estado que no tiene justicia para el mapuche, no tiene justicia para nosotros”.

Y pese a los reveces, la comunidad no piensa bajar los brazos. “Vamos a seguir pidiendo Justicia para nuestra gente, para nuestros hijos y nietos que lloraban, que gritaban, que se preguntaban por qué nos trataban así, por qué no nos dejaban hablar. Y además de todo el maltrato nos sacaron nuestras cosas. La Policía Federal también secuestró cosas que para nosotros son sagradas. Y si creen que nos van a vencer, están equivocados. Nosotros vamos a volver a nuestro territorio una y otra vez. Vamos a recuperar a nuestra mapu, vamos a trabajar como mapuche, vamos a vivir como mapuche. Como era antes, antes de que llegara este Estado que nos asesinó. Vamos a seguir luchando como familia por el territorio. Tenemos memoria y tenemos fuerza. Que no piensen que nos ganaron. No nos vencieron antes, y ahora tampoco”, finalizó María.

Tras estos hechos de violencia institucional, los abogados Eduardo Soares y Laura Taffetani, integrantes de la Asociación Gremial de Abogadas y Abogados de la República Argentina, habían solicitaron a la Procuradora de la Provincia de Rio Negro, Silvia Vaquero Lascano, y a la Defensora General, María Rita Custet Llambí, la restitución inmediata a sus familiares de los cinco menores retenidos ilegalmente. “Venimos a solicitarles gestionen con urgencia la restitución inmediata a sus padres o familiares cesando la retención ilegal de la que están siendo objeto, todo ello en abierta violación de la normativa nacional e internacional vigente”, expresaron los letrados defensores de los mapuches.

El jueves 23 de noviembre, cerca de las 4:30 de la mañana, la lof Lafken Winkul Mapu, una comunidad mapuche de Río Negro, amaneció “a balazo limpio”, según narró María. Esa madrugada la Policía Federal y Gendarmería Nacional ingresaron en el territorio recuperado en Relmu Lafquen (Lago Mascardi), desalojaron y reprimieron a los pobladores. Había familias con niños. Algunas personas resultaron heridas por balas de goma. Unas diez mujeres fueron detenidas y precintadas. Y cinco niños también.

Ese mismo día se publicó en el Boletín Oficial la prórroga de la ley que suspende las acciones de desalojo contra las comunidades aborígenes. Pero eso no fue impedimento para que se desarrollara un operativo descomunal. “Eran como 300, llegaron con camiones, colectivos, combis, camionetas”, agregó María Coluan Nahuel. El avance de los efectivos ocurrió tras una orden del juez Federal Gustavo Villanueva y mientras Gendarmería dispuso cortar la circulación por la ruta 40 entre Bariloche y El Bolsón, impidiendo la llegada de asistencia a la comunidad.

La comunidad ocupó esos lugares, de los cuales los mapuches fueron expulsados hace muchos años, para poder continuar con sus formas de vida tradicionales. “No le robamos nada a nadie”, dijo María. Y amplió: “A nuestra gente le robaron los territorios hace muchísimos años, y lo que estamos haciendo es recuperar nuestra mapu (tierra), y trabajarla. Lo hacemos con un motivo, con una necesidad. Nosotros le pedimos permiso a nuestras fuerzas para estar en un lugar, para ser aceptados. No le tenemos que pedir permiso al winka. Hay gente que no va a entender eso nunca pero nosotros actuamos como mapuche, luchamos como mapuche”.

Fueron detenidos “por usurpación”, según el juez Villanueva. Pero luego de diez horas de detención, todos fueron liberados. “No había hombres en la comunidad. Sólo éramos mujeres y los chicos. No nos dejaban tomar agua, no nos dejaban cambiar al nene. Tuvimos que pedir por favor que nos dejen traer los pañales”, cerró María.