Aunque desde estas latitudes tendemos a considerar a Suecia un país ajeno a las pasiones, escándalos y conflictos políticos y de todo tipo que son corrientes en América Latina, la creencia es errónea. Así lo demuestra el hervidero de problemas en que, de un tiempo bastante largo a esta parte, se ha convertido la entrega del Premio Nobel de Literatura que otorga la Academia Sueca.

Si este año se otorgaron dos premios para un mismo rubro, Literatura, es precisamente, por los conflictos que hicieron que el año anterior el galardón no se otorgara en tiempo y forma. Es así que en 2019 fueron proclamados ganadores Olga Tokarczuk (por el galardón no otorgado en 2018) y Peter Handke (por el del año en curso).

La premiación de Handke, a quien cierta parte de la crítica considera una suerte de provocador profesional, despertó polémicas desde que el anuncio se hizo oficial. La razón del cuestionamiento no es literaria, sino política: el autor austríaco es pro serbio y sus detractores consideran que los méritos de una obra literaria, por grandes que sean, no pueden ponerse por encima de su postura calificada como negacionista. Durante la Guerra de los Balcanes se opuso a los ataques de la OTAN. Un poco más tarde, en 2006, asistió a la ceremonia fúnebre de Slobodan Milošević, quien fuera el primer presidente electo de Serbia, fundador del Partido Socialista de ese país que muriera en la cárcel tras haber sido condenado por crímenes contra la humanidad.

Más de una vez Handke aclaró que no negaba lo sucedido durante la Guerra de los Balcanes, pero se negaba a que eso sirviera para cargar contra Serbia de forma indiscriminada por cualquier tipo de conflicto. Probablemente su fama de provocador colaboró en la polarización que existe entre sus admiradores y sus detractores. El escritor saltó a la fama muy tempranamente a través de su teatro vanguardista. Fueron tres las obras que lo hicieron conocido en sus comienzos: Gaspar, Insultos al público y El pupilo quiere ser tutor. En Insultos…cuatro actores aparecían en escena para insultar a la platea y elogiar su propia actuación. La obra se constituyó en escándalo y Handke comenzó a delinearse así como alguien que no guardaba la mínima corrección política.

Probablemente porque se acerca la fecha de la entrega del Nobel que se realizará el 10 de diciembre, el lunes dimitió un miembro del comité que otorga el premio, la traductora y crítica literaria Gun-Britt Sundström, quien dijo al diario sueco Dagens Nyheter refieriéndose a Handke: “La elección no se limitó a recompensar una obra literaria, sino que también ha sido interpretada, tanto dentro como fuera de la Academia, como una toma de posición que coloca a la literatura por encima de la política. Esa ideología no es la mía.”

Poco después dimitía un segundo miembro del comité, Kristoffer Leandoer. Las razones para abandonar el cargo, sin embargo, fueron otras.  Según declaró, es que no tiene “ni la paciencia ni el tiempo” para esperar que el Comité emprenda las reformas que se planteó hacer luego del escándalo que determinó que en 2018 no pudiera ser entregado el Nobel de Literatura.

Cabe recordar que la Academia fue afectada en 2018 por escándalos de corrupción, abusos sexuales y filtración de información clasificada. La crisis fue tan profunda que obligó a que interviniera el rey de Suecia. Los protagonistas de este escándalo fueron la académica Katarina Frostenson, miembro del jurado de la elección del Nobel Literatura, y su marido, el fotógrafo y dramaturgo francés Jean-Claude Arnault, quien tenía mucha influencia en el mundo intelectual.  El marido de la académica fue acusado por 18 mujeres de acoso sexual y fue a dar a la cárcel luego de un juicio por uno de esos casos. Por otra parte, el matrimonio era dueño en el momento de la acusación de un prestigioso club privado de arte, Forum, que habría recibido subvenciones de la Academia Sueca. Además, Arnault está acusado de divulgar el nombre de siete ganadores del Nobel antes de que la información se hubiera difundido oficialmente. Entre estas filtraciones se incluyó el nombre de Bob Dylan, un premiado que, por razones muy diferentes, también resultó polémico.

El escándalo tuvo un efecto dominó y varios miembros del a Academia Sueca no volvieron a ocupar sus puestos. La secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius, renunció y Frosterson se alejó del mismo modo que los académicos Klas Östergren, Kjell Espmark y Peter Englund. La Academía perdió cierto protagonismo ya que se formó un comité externo integrado por cinco miembros con voz y voto y la ocupación de los sillones académicos dejó de ser vitalicia. Pero nada logró frenar el escándalo y en 2018 el Nobel de Literatura no se entregó.

Renovado por el premio a Handke, el escándalo cambió de naturaleza, pero no cesó. Lo que se teme en Suecia es que el 10 de diciembre la ceremonia de entrega del galardón se vea empañada por manifestaciones en su contra, ya que el 5 de noviembre un grupo de mujeres de la ciudad de Srebrenica protestó ante la embajada sueca en Sarajevo por el posicionamiento del premiado frente a los serbios. Según lo informó el portal Milenium, las mujeres entregaron al embajador de Suecia una carta pidiendo que el polémico premio no fuera entregado. Por otra parte, Munira Subasic, presidenta de una asociación de madres de Srebrenica, explicaba a la prensa: «Nos hemos reunido (…) para decirles que no estamos de acuerdo con la atribución del premio a uno de los que apoyaban el crimen y el genocidio.”

Pero no fueron sólo las mujeres las únicas en levantar la voz contra Handke. A ellas se sumaron, entre muchos otros, Sefik Dzaferovic, miembro musulmán de la Presidencia tripartita bosnia y el presidente de Kosovo, Hashim Thaci.

Según parece, la Academia Sueca tomó en cuenta la lucha de las mujeres a nivel mundial por la reivindicación de sus derechos incluyendo a una mujer entre los premiados. Pero no tuvo en cuenta otras consideraciones o subestimó la reacción que podría producir la premiación de Handke. Es sabido que, más allá de los méritos literarios, la institución toma en cuenta, aunque no lo diga públicamente, también los aspectos políticos para elegir a los premiados. Realidad o mito, muchos son los que consideran que Jorge Luis Borges no recibió el Nobel por haber apoyado en algún momento la dictadura militar argentina, aunque luego tomara otra posición.

Lo cierto es que la entrega del Nobel este año despierta más expectativas que de costumbre no sólo porque la premiación es doble, sino también, o sobre todo, porque uno de los premiados es polémico al punto de poder desatar grandes manifestaciones en su contra. A la preocupación de las autoridades de la institución sueca quizá también se sume la reacción que pueda tener Handke si tales manifestaciones ocurren. No se trata, precisamente, de un personaje tranquilo. De hecho, ha explotado duramente contra el periodismo a quien acusa de no haber leído su obra y de tomarla como excusa para entrevistarlo y hacerlo hablar de su posición frente a Serbia.