El paralelo 38 no tiene paz. Desde la división de la península de Corea en 1945, se han suscitado diversos conflictos en torno a la línea de demarcación. Esta semana, la zona desmilitarizada se convirtió en el epicentro de un nuevo espiral de amenazas y tensiones entre las Coreas. El conflicto se inició cuando grupos de desertores norcoreanos en contra del régimen de Kim Jong Un se manifestaron “puertas afuera”. Si bien no es la primera vez que desertores lanzan propaganda antinorcoreana en la frontera, esta vez, Pyongyang automáticamente decidió dar marcha atrás a los avances logrados en materia de diálogo y cooperación desde la llegada del presidente Moon Jae-In al poder en Seúl.

Como sostiene el Norte, el envío de propaganda viola el acuerdo firmado entre ambos líderes, Moon y Kim, en abril de 2018. Por eso, Kim Jong Un, que nunca tuvo mucha paciencia, cortó las líneas de comunicación e hizo explotar la oficina de enlace intercoreana ubicada en Kaesong. Mientras tanto, el Ministerio de Unificación de Corea del Sur presentó la denuncia correspondiente contra los dos grupos de desertores responsables del envío de folletos y otro tipo de propaganda política agresiva y desestabilizadora.

La actitud del gobierno surcoreano reflejó no sólo un gran compromiso en mantener la Política del Sol hacia el Norte, sino también su firmeza en determinar cuáles son los límites a la libertad de expresión en democracia. Las ONG de desertores que denuncian violaciones a los derechos humanos no están prohibidas en el Sur. Al contrario, estos actores sociales tienen una participación política activa y algunos desertores, como el ex embajador norcoreano en Inglaterra, Thae Yong-ho, quien ganó este año las legislativas por el conservadurismo surcoreano, ocupan cargos gubernamentales. Además, hay varios programas de tv, videos en internet, películas, documentales y publicaciones que cuestionan la vida social y política en el Norte. Sin embargo, violar los acuerdos de seguridad y convivencia pacífica firmados entre ambas Coreas no es un derecho democrático como pretenden los activistas involucrados en este episodio.

Para entender la respuesta de Kim Jong Un es importante recordar que los desertores fueron los primeros en difundir noticias en el Sur sobre su supuesta muerte en abril, cuando el líder norcoreano “desapareció” 20 días de la escena pública. En aquel momento, el portal Daily NK, dirigido por el desertor Hwang Jang-yop, publicó un artículo en el que sostenía que el líder del Norte estaba en un estado de salud muy delicado sin aclarar que la única fuente que tenían era la noticia previamente propagada por CNN.

Unas horas antes de que Kim Jong Un reapareciera en el marco de las celebraciones del 1° de mayo, Ji Seong-Ho, desertor y actual legislador en el Sur, declaró que estaba completamente seguro que Kim había muerto. Evidentemente, los desertores que militan en contra del régimen del Norte constituyen en la actualidad un nuevo desafío en las relaciones intercoreanas.

Pero no son los únicos protagonistas de esta crisis. La poderosa hermana de Kim Jong Un, Kim Yo Jong, parece estar detrás del deterioro en los vínculos entre ambas Coreas. Es una persona de total confianza del Mariscal y la primera de la “dinastía Kim” en visitar el Sur desde la firma de armisticio en 1953. La joven y bella funcionaria preocupa e incomoda a sus enemigos, quienes la daban por sucesora cuando “mataron” a su hermano en abril…

Al cierre de estas líneas, el espiral de amenazas y tensiones sigue creciendo. Trump extendió las sanciones impuestas por los EEUU a Corea del Norte por un año más. Pyongyang y Seúl intensifican la presencia militar en la frontera. A pesar de este complejo escenario, si se reflexiona recuperando la historia política de la península, todo indicaría que pronto se encontrará algún canal de distensión y restablecimiento del diálogo. Aunque la historia, siempre puede cambiar. «