Escrito con tinta, mensurado e inventariado, el cráneo del cacique Liempichun Sakamata continúa en un anaquel del Museo del Hombre, en París. Desde la Argentina, la comunidad tehuelche mapuche de Chubut insiste en su reclamo por la repatriación de los restos de su ancestro, que durante décadas fueron exhibidos en esa institución francesa luego de que en 1896 fuera profanada su tumba.

La restitución ya había sido planteada ante las autoridades francesas en junio de 2015, con apoyo de la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería, pero el museo parisino no responde. Desde fines del siglo XIX, el esqueleto de Liempichún y su ajuar funerario (un bozal, un estribo, aros y monedas de plata), robados por el conde Henry de la Vaulx, permanecen en Europa.

Ante el silencio del Museo del Hombre, Antonio Liempichún, lonko de la comunidad mapuche tehuelche de Paraje Payagniyeo, reiteró en una carta su pedido, aludiendo a resoluciones de la ONU que reafirman los derechos de los pueblos originarios y que establecen que “los Estados proporcionarán reparación por medio de mecanismos eficaces que podrán incluir restitución, establecidos conjuntamente, con los pueblos indígenas, respecto de los bienes culturales, intelectuales, religiosos y espirituales de que hayan sido privados sin su consentimiento libre, previo e informado o en violación de sus leyes, tradiciones y costumbres”.

Hace 119 años, el naturalista francés Henry de la Vaulx, pionero de la aviación, arribó a la Patagonia, territorio arrasado por el genocidio roquista de la llamada «Conquista del Desierto». En 1896, profanó la tumba del cacique, lo cocinó para extraer su carne y se lo llevó a Francia. En rigor, sus restos no se exhiben desde 2009.

Ese año, según explicó a Tiempo Fernando Pepe, del colectivo de antropólogos GUIAS, “Julio Vesub halló las colecciones de restos del cacique en París. Lo primero que hicimos fue contactar a la familia.» El Museo del Hombre había demostrado el año pasado su voluntad para proceder a una pronta restitución. Pero desde entonces, los contactos no prosperaron.