Voz cruda, frases cortas, simples y guiños de todo tipo distinguen la charla con Alberto Mandrake Wolf. Igual a lo que se escucha en los discos. O al revés. El artista uruguayo llegó a la Argentina con su disco Primitivo, que fue grabado en la década del 90 y ahora reeditado en este país por el sello Los Años Luz Discos y que tendrá el sábado su segunda presentación en La Plata. 

Wolf forma parte de la era dorada de cancionistas en Uruguay que en estos últimos años logró salir a la luz en diferentes partes del mundo. Composiciones sencillas y profundas, recortes melódicos que tienen un poco de rock, de candombe y folklore se sintetizan esta generación a la que pertenecen grandes referentes musicales de ese país. Tal vez el más joven de la generación de Eduardo Mateo y Príncipe, Wolf ha heredado de ellos sobre todo la libertad para crear. 

“La música uruguaya tiene un abanico enorme de cosas”, reflexiona. “Desde tango, folklore, candombe… Nunca me expliqué por qué de ese país salen tantos jugadores de fútbol y tantos músicos. Lo que sí puedo decir que es un país de canciones. Tienen mucha identidad las letras y la forma de cantarlas. Aún los que son fenómenos comerciales en el sentido de la venta no que son productos. Hay algo que nos distingue no sé si será porque el agua está tan cerca”, agrega. 

La llegada a la música tiene un antecedente familiar: su mamá. “Cuando era chico, dos o tres años, me operaron de la vista y para que esté quieto, mi vieja me regaló un xilofón. Al tocarlo me fascinó el sonido, todo el tiempo tocaba pero no lo veía. Mi único deseo era conocer ese instrumento, una vez que me quitaron las vendas, vi que era todo de colores y pensé que yo quería que así suene mi música”, cuenta Alberto Mandrake Wolf sentado en pleno mercado de San Telmo.

 “Después a los ocho fui con mis viejos a ver Submarino Amarillo, ahí conocí a Los Beatles y supe que era lo único que quería hacer de mi vida, música”, afirma. Sus primeros pasos los dio con el piano pero cuando vino la época de salir y tocar con amigos se cambió a la guitarra. “No podía cargar un piano, mis amigos iban con la guitarra a todas partes y yo no podía, así que me puse a estudiar guitarra y dejé el piano casi que para siempre. Hoy lo uso para componer nada más”, dice. 

Un día tuvo que anunciar que quería dedicarse a la música, si bien no hubo resistencia entre sus padres, tuvo algunos cuestionamientos. “Me puse a estudiar una licenciatura en guitarra clásica en el Conservatorio Universitario para que mi papá no crea que no estoy haciendo nada. Y trabajaba de muchas cosas, por ejemplo de cadete. Así que andaba en la calle todo el día. ¡Qué más quería! ¡Me pagaban por andar divagando!”. 

El paso de la interpretación a la composición fue para Wolf un tránsito natural. Hoy, dice que lee mucho para poder agrandar todo este horizonte y que la creación no le resulta tan dificultosa. “Como compositor me siento un pescador. Cuando pescás, tirás el reel, tenés que ir al fondo y ver si picás algo. Yo voy todos los días a tirar el aparejo con distinta carnada hasta que un día saco algo y al otro día no. Me aterra mucho más la súper producción porque no sé qué hacer con tantas cosas. Aprendí a dosificarme y no desesperarme”. 

El primer disco de Wolf fue un casete editado en 1984 donde sólo había canciones propias de un lado y del otro canciones de El Cuarteto de Nos. Más tarde formó su banda Los Terapeutas, y hoy  u primer disco fue un casete compartido, editado en 1984: de un lado sus canciones y del otro canciones de El Cuarteto de Nos. Luego formó su banda Los Terapeutas. Su último trabajo fue junto a Los Druidas, un disco que salió en 2017. 

En plena post dictadura uruguaya, Wolf recibió la propuesta de hacer este disco que esta semana estuvo mostrando en vivo en la Argentina. 

–Primitivo es una reedición de tu disco, veinticuatro años después, ¿qué escuchás en él? 

–Este disco apareció en medio de un empuje juvenil post dictadura en Uruguay. Yo venía de hacer fusión pero una discográfica me ofrece hacer un disco solo con la viola. A mí me interesó al principio pero no me gustaba del todo, sin embargo sabía que tenía entrar al mercado porque si no yo desaparecía. Logramos sacarlo en 30 horas y salió algo distinto con arreglos interesantes, pero a mí no me cerró en ese momento porque me gustaban las cosas más producidas, con más instrumentación. En ese momento no pasó tanto con el disco, pero muchos músicos les gustó, yo me sentía muy expuesto ahí solo con la guitarra y no soportaba siquiera escucharme. Me llamó la atención cuando acá en la Argentina alguien quiso reeditarlo y me puse a escuchar y me di cuenta que es un disco valiente. Hay alguien ahí insisto en que lo lo veo 25 años después. Sinceramente hoy escucho música súper producida con perfección pero no hay nadie detrás. En ese sentido, Primitivo es un disco simple y sofisticado y eso es lo que me gustó cuando volví a escucharlo.

 –Atravesaron como artistas una dictadura por demás censora, cómo los afectó como músicos? 

–La época de la dictadura fue horrible. Un tipo como Mateo no tenía cabida en ningún lado. Los milicos sólo querían las marchas militares y la gente de izquierda protestaba contra los milicos pero en general dentro de lo popular estaban en contra de gente como Mateo, no les gustaba sus canciones y no lo querían porque se drogada. Eran todos reaccionarios como los milicos. Hay un disco que hicimos con la banda con la que yo tocaba, Los Terapeutas, que se llamaba Mestizo en todos lados, porque era esa la sensación, viste que a los mestizos no los quiere nadie. Después vino la democracia y se hizo un rock nacional basado en algo más punky, copiado a los Clash, más esa historia. Eso tuvo mucha fuerza, se encontró una voz de gente joven de nuevos. Después vinieron los 90 que fue una especie de bajón que pegó mucho a nivel artístico, más que en momentos de más crisis.

Alberto Wolf se presenta el sábado 17 de junio a las 21 en Estación Provincial, calles 17 y 71. 

«Estos son los días», Alberto Wolf y Los Druidas