Manu le deja al básquet argentino el mismo legado que toda la Generación Dorada, jugadores que marcaron un antes y un después. Lo más sustancial es que deja ganas de jugar a los pibes. Los chicos hoy imitan. El mejor basquetbolista del mundo hoy es LeBron James, pero en Argentina se elige a Manu. Eso pasa por su personalidad y por el enorme legado que dejó para las futuras generaciones. Manu tuvo una conducta ejemplar para cuidar no sólo su cuerpo sino su mente. Así como imitan a las estrellas de la NBA, a Curry o Lebron, los pibes van a imitar a Manu, el mejor basquetbolista argentino de la historia, porque lo tienen más cerca. Y porque nunca va a haber otro igual: se construyó como líder desde el ejemplo. Es un líder actuando, no necesita gritar. Después de 20 años todavía no sé cuál es la mayor virtud de Manu: si la cabeza o si su habilidad. Combina cuatro cosas que no las tiene nadie: la familia que lo formó, la mentalidad, la habilidad y la competitividad. Es una base formidable que le permite lucirse. Ginóbili es como Orteguita, juega en el aire, viborea con la pelota y no sabés lo que va a hacer. «
(*) Primer entrenador de Manu