Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, quien en el 2003 marcó un hito en la historia del cooperativismo de trabajo. Años después, nos encontramos nuevamente en un contexto adverso que nos reafirma e impone la necesidad de organización y participación política.

Se viene el fin de año y, acercándonos al tiempo donde comenzamos a hacer balances, sabemos que si bien todos los días peleamos para preservar gran parte del trabajo que tienen los compañeros y las compañeras cooperativistas, también nos acecha el peligro de la falta de ese trabajo. Porque mediante el enfriamiento total de la economía, la búsqueda de financiamiento con endeudamiento externo, exportación de materias primas e importación de productos terminados, nuestras cooperativas de trabajo son las primeras en salir del enfoque de este gobierno.

Tenemos las mismas dificultades que los trabajadores formales que arreglaron paritarias por debajo del porcentaje de inflación anual, lo cual pretenden equilibrar con un bono. Nosotros estamos en una situación similar. Con iguales problemas de ingresos y las necesidades que el resto de los trabajadores también tiene.

Con estas medidas, da la impresión de que el gobierno intenta contener los movimientos sociales evitando explosiones. Sin embargo, considera a estos movimientos como trabajadores informales y marginales, desconociendo todas las experiencias de base y de organización llevadas adelante durante los últimos años, a partir de la conformación y el desarrollo de cooperativas de trabajo que permitieron e impulsaron integración, inclusión y, por sobre todo, la cultura del trabajo.

Está claro. Defendemos el trabajo cooperativo porque nos ha permitido salir de situaciones indignas, desarrollarnos y sobre todo, ser uno de los pilares de crecimiento y desarrollo productivo de nuestro país.