Nosotras mujeres, mujeres feministas, mujeres lesbofeministas, mujeres trans y de la disidencia en Chile nos unimos al movimiento internacional y al paro por los derechos y contra todas las violencias hacia las mujeres este 8 de marzo, para conmemorar a las trabajadoras de ayer y hoy: asalariadas, dueñas de casa y estudiantes.
En este sistema, las mujeres somos consideradas mano de obra barata, mercancía o producto ejerciendo una violencia permanente hacia nosotras.

Todas vivimos bajo este yugo capitalista y patriarcal amparado en una ideología conservadora y sustentada por las iglesias, la clase dominante y el Estado, quienes articulados en los gobiernos de turno sostienen y perpetúan la violencia machista.

Consideradas como objetos de deseos de este capitalismo y patriarcado deshumanizados, las mujeres vivimos la violencia extrema de parte de millones de hombres educados en una cultura de acoso, abusos, guerra y violación, por medio de una naturalización nefasta.

La precarización de los trabajos es llevada a su extremo en el caso de las mujeres que tenemos pensiones más bajas, recibimos un menor salario por un mismo trabajo y cumplimos con extenuantes dobles jornadas laborales con el trabajo doméstico y el cuidado de niños, ancianos y enfermos. Nuestro trabajo en la casa es impuesto, menospreciado y desvalorizado desde siempre por este sistema.

Millones de mujeres hasta hoy viven en condiciones de esclavitud, encerradas en sus casas, dominadas por relaciones donde se justifica la posesión de la pareja, los celos, la violencia física, económica, patrimonial y psicológica.

Las calles tanto como los hogares, son un riesgo contante y cotidiano para niñas y mujeres que son violadas por sus propios parientes, maridos y acosadas por cualquiera en la calle, por ser consideradas una cosa y no como personas.

No queremos que decidan más por nosotras, ni la iglesia, ni el estado, ni el gobierno, somos nosotras quienes tenemos que definir el rumbo de nuestras vidas, con quién nos metemos en la cama, y si queremos o no seguir con un embarazo, porque el aborto tiene que ser un derecho.

Las mujeres hoy, salimos a la calle para que no nos sigan violentando, no nos sigan acosando, ni en la cama, ni en la casa, ni en el trabajo, ni en la calle, o cualquier territorio. No queremos más naturalización de golpes y humillaciones hacia nosotras, queremos ser consideradas en respeto, dignidad, igualdad y derechos.

No queremos esta cultura de guerra que menosprecia la vida de las personas, los pueblos originarios y la utilización descontrolada de los recursos económicos, forestales, del agua, la naturaleza, la tierra.

Qué queremos las feministas 

Que nos dejen de matar, que nos dejen de violar y amedrentar en la calle y los lugares donde trabajamos, estudiamos y vivimos. Que no nos sigan matando por ser mujeres heterosexuales, lesbianas, trans o de la disidencia sexual.

Queremos leyes más acorde a las violencias que vivimos en distintos ámbitos de nuestra vida. Queremos que el Estado responda frente a todas las mujeres que viven violencia en sus hogares y les den una oportunidad para salir de esos espacios de riesgo.

Queremos que termine la violencia política sexual que el estado impone y ejerce a través de las policías ante cada manifestación de nosotras, las mujeres.

Queremos que se acaben las AFP, que tengamos el mismo salario por el mismo trabajo, que existan cupos laborales para las compañeras trans, y que las mujeres dejemos de ser las elegidas para el ejercicio del trabajo domestico y pase a ser un servicio público, donde trabajen hombres y mujeres y sea remunerado.

Queremos que termine el capitalismo despiadado que nos convierte en consumidores de cosas sin importar si algunos tienen o no para comer.
Queremos que cambie el sustrato profundo de la educación parvularia, básica, media y universitaria, por una educación no sexista, integrando el cuestionamiento de esta violencia desde los distintos quehaceres de la educación.

Que cambien los textos escolares sexistas, que mantienen y naturalizan la violencia hacia las mujeres. Que se integre en todas las instituciones sociales el feminismo desde su historia, conceptos, demandas y acciones; en la política, los programas de educación, las prácticas laborales y legales. Si no integran las luchas y demandas de las mujeres, no podrán cambiar sin este conocimiento y reconocimientos.

Queremos decidir sobre nuestros propios cuerpos, tener acceso al aborto libre seguro y gratuito. Queremos igualdad de derechos, pero no para ser iguales en una cultura de abusos, sino para tener las mismas oportunidades para desarrollarnos en las plenas facultades humanas que nos reúnen en nuestra diferencia.

Queremos que la moral de las Iglesias no decidan por nosotras, no se entrometan en las decisiones de las mujeres, ni tampoco del Estado. Abogamos por la definitiva separación de la iglesia y del Estado. Que se respete la autodeterminación de los pueblos originarios y la libertad incondicional de la Machi Francisca Linconao y Lorenza Cayuhan.

Que a las voceras Niunamenos Chile las dejen de amedrentar con amenazas de muerte y robos en casa. Niunamenos Chile sin el gobierno, ni instituciones, ni partidos, somos un movimiento social de mujeres, feministas independientes y autoorganizadas, por todos nuestros derechos y contra todas las violencias hacia las mujeres.

Adherimos a la declaración de las compañeras argentinas y al paro internacional de mujeres.

¡¡¡VIVAS NOS QUEREMOS!!!

¡¡¡QUE EL CAPITALISMO Y PATRIARCADO CAIGAN JUNTOS!!!

¡¡¡NI UNA MUJER MENOS NI UNA MUERTA MÁS!!!

¡¡¡LAS MUJERES UNIDAS EN EL BARRIO, EN LOS LUGARES DE TRABAJO, EN EL PUEBLO, LA CIUDAD, EL PAÍS E INTERNACIONALMENTE, NOS ORGANIZAMOS PARA CAMBIAR EL MUNDO!!!