Otra vez la presión militar dejó a Lula da Silva entre rejas. Fue durante un miércoles agitado en el Supremo Tribunal Federal (STF), y luego de que uno de sus magistrados, Marco Aurelio Mello, dictara una cautelar basado un artículo de la Constitución, según el cual una pena de prisión sólo puede comenzar a ejecutarse una vez que se cumpla todo el proceso de apelaciones.

Esa medida podría haber beneficiado a 169.300 personas encarceladas pero con condenas que están en segunda instancia. Sin embargo el único recluso que preocupaba al aparato mediático judicial era el ex presidente, encarcelado en un proceso judicial sospechado de irregularidades, por un juez, Sergio Moro, que como coronación de su accionar a lo largo del caso Lava Jato, será ministro de Justicia del gobierno que asume el 1 de enero.

La cautelar fue prontamente dejada sin efecto por el presidente del STF (la Corte brasileña) Antonio Dias Tóffoli, quien suspendió el fallo hasta el 10 de abril próximo, cuando se volverá a analizar la situación. Poco antes, la jueza Carolina Lebbos se había negado a acatar la decisión y la Procuradora General, Raquel Dodge, había presentado un rechazo en términos similares.

Es la segunda vez desde que Lula entró en su celda de Curitiba, en abril pasado, que su caso genera rispideces dentro del poder judicial.

En mayo la corte tenia que responder a un pedido de la defensa y mantuvo en vilo al país durante varias horas hasta que por mayoría el caso quedó archivado. En julio un juez había aceptado otro reclamo de la defensa del líder metalúrgico para esperar en libertad el fallo definitivo.

Esa vez lo llamativo fue que el propio Moro, que a la sazón estaba de vacaciones en Portugal, desde la distancia ordenara suspender el fallo de su colega Rogério Favreto, algo inusual ya que es un juez de un estamento superior. En esa ocasión también el presidente del TSF, Dias Toffoli -que llegó a la Corte en 2009 gracias al apoyo del Partido de los Trabajadores (PT) ya que había sido militante y abogado de la Central Única de Trabajadores (CUT)- laudó contra Lula.

Pero antes y ahora fue evidente la presión de los militares para sacar de la cancha a Lula, que marchaba primero en las encuestas para presidente. De allí que fuera inhabilitado y finalmente hasta se le prohibió que diera entrevistas o participara en publicidades partidarias. Por esa razón el ex mandatario dijo hace pocos días que Jair Bolsonaro ganó porque él está proscripto.

Bolsonaro, ex militar, contó siempre con el irrestricto apoyo de sus pares y especialmente hubo uno que marcó el ritmo a la Corte en mayo, en julio y volvió a hacerlo este miércoles. Se trata de Paulo Chagas, un general retirado hace 12 años, que mantiene el respeto de los uniformados y es un teórico de una línea ideológica que ahora encuentra cauce en los centros de la derecha antiglobalista del mundo, desde Donald Trump a la Liga del Norte de Italia, Marine Le Pen en Francia o el gobierno de Viktor Orban en Hungría.

La serie de tuit con que «dictó» sentencia son ilustrativos. En mayo le dijo a los ministros del TSF: «Cuidado con la cólera de las multitudes». Entonces su argumento era que los jueces debían decidir si tomaban «partido por Brasil o por el crimen organizado» y señalaba que lo que estaba en juego era la causa Lava Jato.

Ahora retomó la amenaza. Primero «apretó» al juez Mello reclamando un juicio contra él por su «actitud unilateral contraria a una decisión colegiada», lo que representaría «una demostración de indisciplina intelectual y de escarnio al STF y a la sociedad brasileña».

Luego siguió con la presión en una red social en la que tiene 86200 seguidores.»Un ministro que suelta a un criminal condenado no es ministro, es comparsa y demuestra a Brasil y el mundo que tiene connivencia con el crimen», escribió.

Finalmente aplaudió al presidente el tribunal, en un texto revelador de que sus palabras habían tenido influencia en el Poder Judicial y en el que rescató su concepto de mayo para celebrar que «el pueblo brasileño, en una demostración de lo que sería la Cólera de las Multitudes, mostró a Dias Toffoli el camino del deber y la prudencia».

Chagas -sin relación con el científico que descubrió el tripanosoma cruzi, el protozoo que causa la enfermedad que lleva su nombre- nació en Río de Janeiro hace 69 años y pertenece alarma de Caballería. Ocupó distintos puestos en el arma y fue agregado militar en las embajadas brasileñas de Paris y Londres. Como experto jinete, participó en campeonatos mundiales militares de Equitación en Buenos Aires en 2005 y Porto Alegre en 2006 y el los V Juegos Mundiales de Rio de Janeiro en 2011. Fue candidato a gobernador de Brasilia, pero no llegó a cosechar 200 mil votos.

En su página web dice que «Brasil puede ser un ejemplo para el mundo». Y detalla que hace algunas décadas los países europeos podían ser el espejo donde los brasileños podían mirarse, pero que ahora esa imagen se desdibujó.

«Vemos una Europa contaminada por todas las propuestas del pensamiento globalista, siendo destruida y destituida de todos los valores y ejemplos que hicieron de ella un ideal de cultura occidental».

Y anota como un camino errado, que «la Unión Europea, al revés de la historia y las tradiciones de los pueblos, basada en discutibles ventajas económicas, implementó estratégicamente la apertura de las fronteras internas y externas del continente al multiculturalismo y la ideología de género «. No se priva de enumerar valores según él perdidos en el viejo continente como la competividad, el sentimiento de patria, las costumbres y tradiciones, el orgullo nacional.

Buen jinete el hombre, pero del Apocalipsis.