El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le tuvo que insistir, pero finalmente el escritor Paco Ignacio Taibo II aceptó el reto de dirigir el Fondo de Cultura Económica (FCE) y eligió Argentina para lanzar la transformación de una editorial mítica que, dice, a partir de ahora y con Horacio González al frente, tendrá aquí un polo de debate de la izquierda en América Latina.

En una entrevista con Tiempo Argentino después de su paso por Buenos Aires, Taibo explica sus planes en el FCE y, aunque ratifica que será una gestión «militante», aclara que seguirá publicando a autores que no le gustan, como Octavio Paz.

–¿Cómo ha cambiado su vida desde que aceptó ser funcionario?

–Tengo jornadas de 12 horas, pero es un trabajo afortunadamente tan intenso que se vuelve muy divertido. La diferencia es que dejé de escribir. Tengo un cuarto de hora en las mañanas de vez en cuando, en los 60 días que llevo dirigiendo el Fondo he escrito 10 cuartillas. No extraño porque venía de una época de escribir de manera obsesiva. Unas vacaciones de la palabra escrita no me vienen mal.

–¿Cómo fue la oferta para dirigir el Fondo?

–Estábamos en un mitin, el 2 de octubre, y de repente Andrés (Manuel López Obrador) me dijo: «Tienes que dirigir el Fondo». Le dije que no, empezamos que sí, que no, que estás loco. En la noche nos vimos en su casa y me insistió: «20 años nos ha tomado llegar al poder, no podemos desaprovecharlo». Me convenció.

La llegada de Taibo II al FCE estuvo plagada de polémicas. Primero, porque la ley establecía que el director de la editorial estatal tenía que ser mexicano de nacimiento y el escritor nació en España. Mientras el Congreso debatía una reforma legal para permitir su asunción, Taibo II sorprendió en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara al celebrar con una frase obscena su nombramiento. El escándalo estuvo a punto de dejarlo fuera del cargo.

–¿Qué le hizo pensar su exabrupto, se dio cuenta de que ya era funcionario y debía actuar de otra manera?

–Para nada. Al final fue muy divertido. Cuanto más se volvía enconado el debate, más formal y más injustamente planteado, más apoyo popular teníamos. El día que me crea funcionario, renuncio. El problema es que llegamos al gobierno a militar, no a gestionar, y la política que hemos tenido hasta ahora es «hagamos cosas».

–¿Con qué se encontró en el Fondo?

–Básicamente con una situación de desastre, de puntadas, errores que no se corregían por todos lados. La edición de un libro de administración pública que podía tener 200 lectores, tenía una edición de 2000 ejemplares. Había 8 millones y medio de libros en bodega, algo delirante. Y ficciones. Todo mundo decía «el maravilloso catálogo del Fondo» y empiezas a rascar y encuentras que en la primera semana intenté reeditar 80 libros, pero de 50 de ellos se habían perdido los derechos por ineptitud, por abandono, por desidia, por falta de interés. O situaciones absurdas como en Buenos Aires. Teníamos cuatro sedes y habíamos comprado unas oficinas y vendido un edificio. Parecía el Fondo inmobiliario en lugar del FCE. En resumen: me encontré con una empresa del siglo XIX, altamente ineficiente y una editorial anclada en el pasado que no sabía vivir más que del mito.

–¿Y en Argentina como queda ahora la estructura?

–Llegué con cuatro sedes y me fui con una. La sede del FCE Argentina va a ser la librería (ubicada en Palermo). Todo va a estar ahí, será centro cultural, librería y oficinas. Lo más importante es que aquí comenzamos la transformación del Fondo en América Latina, porque después nos vamos a Ecuador, Colombia y Chile.

–¿Por qué le propuso la dirección del Fondo en Argentina a Horacio González?

–Porque en Argentina teníamos que dar un golpe. No sólo en la Feria del Libro de Buenos Aires, en donde vamos a bajar el precio, vamos a tener 1200 libros de oferta. El mensaje es: «Aquí llega algo diferente». La clave es que necesito un intelectual de prestigio y de izquierda que dirija el Fondo en Argentina y cree una política editorial. Necesitamos revivir la editorial en Argentina, darle un sesgo latinoamericano para que miremos hacia el norte desde aquí y hacia el sur desde México como un solo continente. Hay que empezar a hablarnos en latinoamericano. Hay que aprovechar que somos una transnacional latinoamericana con un patio trasero en España. Eso se tiene que sentir muy pronto y Horacio es la figura que puede introducir esto en el Fondo en Argentina. Por otro lado, yo quería que Argentina se volviera un centro de debate de la izquierda progresista de abanico amplio, que tocara todas las gamas de la izquierda argentina, y abriera la discusión y el debate. Horacio es un personaje en este país con una trayectoria maravillosa y además con muchas ganas de entrarle.

-¿Y cómo llegó a él?

–Porque lo conocía del grupo de Carta Abierta, de lejos, y de repente le dije a Matías (Gueilburt, director de Ánima Films, la productora argentina con la que Taibo II ha realizado documentales en los últimos años) que andaba buscando a un director del FCE. Me dijo de Horacio y hablé con él, tuvimos una conversación por streaming desde México y lo vi dispuesto para la guerra que esto va a significar. Le dije que habría críticas muy fuertes y me respondió que serían bienvenidas. Le dije «Voy a soltar los cañones yo, para abrirte la puerta, y eso hice, por eso vine a Buenos Aires.

¿Cómo se inscribe la estrategia de convertir el FCE de Argentina en un foro de debate de la izquierda en un momento en el que en Sudamérica hay gobiernos que se autodefinieron como progresistas y que hoy son cuestionados por procesos de corrupción?

–Por corrupción, algunos. Otros por desgaste. Otros porque los neoliberales les inventaron una leyenda negra. Nosotros somos la ola de izquierda que generó la victoria de López Obrador en México, punto.

–¿No es muy alta la expectativa de considerar a López Obrador como «la esperanza de América Latina», como promueven partidos progresistas en la región?

–Lo justo es que valoren que López Obrador es una nueva experiencia y un nuevo proyecto de democracia popular en América Latina. Sumemos voluntades, esfuerzos, debates, propuestas y sobre todo información.

–¿Se imagina qué FCE quiere dejar cuando termine su gestión?

–Vivo como alcohólico anónimo: las siguientes 24 horas (risas). Hay que construir algo, hay que descubrir. La intención clara es una gran editorial de calidad y de profundidad popular que colabore a una república de los lectores. Pero esto es ideología, es visión de conjunto, cómo construir un Fondo operativo. Tenemos un plan de choque de intervención en las calles y un proyecto editorial que va viento en popa.

–¿Y la pluralidad de ideas?

–La pluralidad es una realidad de la sociedad, yo no la invento ni la desinvento. ¿Qué significa eso? Que vamos a seguir editando autores conservadores, ¿por qué no? Democracia no es ser plural por definición, es tener respeto hacia lectores que quieren leer. El Che dijo que las ideas se debaten con ideas. En ese sentido, las críticas sobre que tenemos una política sesgada no tienen sentido, primero deberían esperar a que sea un hecho antes de decirlo. Lo primero que hice cuando llegué al Fondo fue firmar una reimpresión de obras de Octavio Paz, que es un autor que no es santo de mi devoción pero había demanda por parte de los lectores. Nuestras ideas no pueden marcar el tono general de la editorial. Pueden pintarlo, introducirse, pero no imponerse como una línea única. Censura cero. «