Lo de los Panamá Papers es una operación berreta que me recuerda a lo de las escuchas», dijo Marcos Peña, frente a un nuevo hallazgo que compromete –aún más– a la familia presidencial con el uso de sospechosas estructuras financieras offshore. Esta vez la revelación llegó desde Alemania, donde una fiscalía reunió y remitió a los tribunales argentinos información sobre dos sociedades ligadas a Mariano y Gianfranco Macri, hermanos y antiguos socios del presidente en las empresas del clan. Según esos documentos, los hermanos utilizaron esas sociedades fundadas en paraísos fiscales para traficar millones mediante cuentas radicadas en Europa. Además de detallar las operaciones sospechosas, el informe que la fiscalía de Hamburgo le remitió a la Procelac incluye un dato inquietante: el 15 de octubre de 2015, a seis días de la primera vuelta electoral, BF corporation –la sociedad ligada a los hermanos Macri– le pidió a un banco que transfiera activos, cierre la cuenta y «destruir la correspondencia» que constara en sus archivos. Había urgencia por borrar esas huellas, parece.

Por impericia o fastidio, el jefe de Gabinete cometió un –otro– insólito error de comunicación política con la comparación: en el afán de ningunear los datos alemanes resucitó un escándalo que el macrismo se empeñó en enterrar. Seguro no fue la intención de Peña, pero su réplica sirve para recordar que hay, en efecto, vasos comunicantes entre ambos escándalos. El principal: la presencia de Franco Macri como chivo expiatorio de toda sospecha que involucra al presidente.
El escándalo de las escuchas se inició en 2010, cuando se supo de la existencia de una red de espionaje ilegal montada al amparo del Gobierno porteño que conducía Mauricio. Como es usual en los tribunales de Comodoro Py, Sebastián Casanello emitió sentencia con preciso timming político: Macri fue sobreseído el 29 de diciembre de 2015, dos semanas después de que asumiera la Presidencia de la Nación. Para exculpar a Mauricio, el magistrado volcó las culpas sobre su papá: el juez entendió que el seguimiento sobre el excuñado del presidente, Daniel Leonardo, fue contratado por Franco.

«Las actividades en el país por personal de la firma Ackerman Group durante el período en que fuera intervenido el teléfono del damnificado» fueron por «expreso pedido de Franco Macri y no así, a un interés, al parecer, inexistente de Mauricio Macri, respecto de la seguridad de su hermana Sandra», selló el magistrado, para alegría del PRO. Casanello llegó a esa conclusión debido a una presentación del propio Franco, que se inculpó de haber ordenado espiar al ex marido de su hija.
Como ocurrió con las escuchas, Franco volvió a presentarse hace dos meses frente a Casanello –en Comodoro Py rige la casualidad permanente– para adjudicarse la gestación y gestión del entramado offshore que involucra a sus hijos. «Yo soy el único responsable», declaró el patriarca, para alegría del PRO. Tiene razón Peña: las operaciones se parecen. Resta saber si tendrán el mismo final. «