Si te gustan las papas (¿a quién no?), más te gustan los papines andinos, creeme. Variedades de papa hay casi infinitas; y entre los papines andinos también se pueden contar muchísimas. Las coloradas y pecosas de la foto, paradójicamente, se llaman “papa lisa”. Tiene más agua y entonces es bien liviana, con menos consistencia. Parece casi una zanahoria. Los que quieran hacer homenaje al altiplano, pueden cambiar el perejil por cilantro y la pimienta por rocoto. No va a ser provenzal, pero va a ser una maravilla.

Cocinar los papines al vapor con un poco de sal. Se pueden hervir, pero al vapor quedan mejor y conservan más nutrientes. Que queden tiernos y cocidos, pero no se desarmen.

Con el dorso de una cuchara, presionar los papines hasta que se aplasten un poco. No queremos que se destrocen o se hagan puré, simplemente que se quiebre la piel y se abran grietas para que se doren y al mismo tiempo tomen el sabor de los condimentos.

La papa lisa –la colorada y pecosa– es bastante más acuosa y por eso se rompe más fácil. Tratá de presionar más delicadamente con la cuchara o vas a obtener puré de papas.

Precalentar el horno fuerte. Pasar los papines a una asadera y condimentar con la mitad del perejil, el ajo, sal, pimienta, ralladura de medio limón y jugo de un limón. Si te gusta el picante, un poquito de pimentón o rocoto quedaría muy bien. Rociar con oliva a gusto y mezclar bien.

Llevar al horno hasta que estén bien dorados por fuera; a la mitad de la cocción podés revolver para que se hagan más parejos. Servir con el resto del perejil fresco por arriba, un extra de pimienta y si querés, más oliva

INGREDIENTES

l 1 kilo de papines, los que más te gusten, pueden ser variados. Lavalos con ganas, es difícil sacarles la tierra


l 1 limón


l Un montón de perejil


l 2 o 3 dientes de ajo, a gusto


l Sal, pimienta, aceite de oliva