“Teníamos que pensar un programa de televisión que les contara a los chicos la Revolución de Mayo y no le encontrábamos la vuelta. Era 2009. Me fui solo, de excursión, al Cabildo. Cuando subo al primer piso, me encuentro en una sala gigante con los cuadros de la Primera Junta: Saavedra, Moreno, Belgrano, Castelli, Paso… Y ahí tuve una primera revelación: Esto es un embole”. Así comenzaba ayer su exposición el director y guionista Fernando Salem, uno de los creadores de El Asombroso Mundo de Zamba, invitado a disertar en el TEDxRíodelaPlata 2016, ante unos 10 mil asistentes reunidos en Tecnópolis y otros muchos que siguieron el evento, el más grande del mundo en su tipo, vía Web. Según el tradicional formato de compartir en poco más de diez minutos ideas transformadoras, el heterogéneo menú de charlas de esta edición incluyó las intervenciones del escritor Hernán Casciari, el economista Eduardo Levy Yeyati y la historiadora Dora Barrancos, entre otros. El emotivo relato de Salem detalló la génesis del entrañable personaje de Pakapaka, que revitalizó el modo de contarles la historia a los chicos.

“Si uno los trata como si fueran tontos, corre el riesgo de que crezcan pensando que lo son. Nos pusimos a pensar en un programa que no subestimara a los chicos y en un personaje a través del cual, ellos pudieran vivir la historia, como si fuese propia”, explicó Salem, y puntualizó que lo más importante es que Zamba no sabe, Zamba aprende todo el tiempo. No enseña, no reemplaza a los docentes”. Contó que el personaje es una síntesis de los más de mil chicos de escuelas de todo el país que entrevistó para Encuentro: “Ellos me enseñaron a bajar la cámara, a mirar el mundo a la altura de sus ojos. Con Pakapaka teníamos la oportunidad de tratar a los chicos como chicos y no como consumidores”. Por fin, se preguntó: “¿Zamba habrá sido revolucionario? No lo sé, vamos a tener que esperar 20 o 30 años para averiguarlo. Algo parecido les debe pasar a los maestros. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que vean el resultado de su esfuerzo?” Tras su alocución, Salem dialogó con Tiempo.

–¿Les «abrieron el bocho» a los chicos?

–Fue lo que buscamos, contarles qué tipo de país es posible y por qué tenemos el país que tenemos, porque hay discusiones históricas que siguen vivas. La historia es un barco que se mueve todo el tiempo, pero hay que saber mirar hacia atrás para poder pensar el futuro. Con las efemérides de la educación tradicional, Zamba traza una línea de tiempo y, lo más importante, pone al chico dentro de esa línea, y le explica que es un sujeto de derechos y que todo lo que él haga va a impactar en la Historia, en cómo va a ser el país del futuro. Es como pasarle la posta. Mirá, San Martín y Belgrano se amasijaron por el país. Bueno, ahora te toca a vos.

–¿Zamba buscó poner en crisis la llamada “educación patriótica”, unívoca, lineal?

–Los chicos que ven Zamba aprehenden a los personajes en conflicto, inmersos en su lucha. Y al mostrarlos así, necesariamente hay un revisionismo. Ya no es el personaje chato, es tridimensional. Partimos de un tipo en un billete y tenemos que sacarlo del bronce, bajarlo del caballo, mostrarlo vivo, en tensión, cuestionarlo. Nuestra responsabilidad fue documentarnos, contar cada personaje con sus claroscuros.

–El historiador con el que trabajaron desde el principio, Gabriel Di Meglio, fue reemplazado por otro asesor, Nicolás Simone. ¿Qué cambió?

–Hay una buena predisposición. Se charla y se discute, de modo muy amable pero con fundamentos. Igual, lo sigo consultando a Gabi porque es un amigo.

–Gabriela Ricardes, la secretaria de Contenidos, vinculó a Zamba al “relato” del gobierno anterior, dijo que “ahora vamos a remitirnos a los hechos históricos” porque hubo una “sobreinterpretación” de esos hechos. ¿Fue así?

–La verdad es que no lo sé. Con la nueva gestión nos sentamos para ver de qué forma seguir haciendo Zamba. Hicimos un capítulo sobre el Bicentenario de la Independencia y nos pusimos de acuerdo, salió bien. Creo que cada acontecimiento, su interpretación, hay que sentarse a discutirla. Y en última instancia, están los documentos. Zamba nunca fue algo angelado, se discutió siempre, con las autoridades del canal, con el Ministerio, porque todas las partes sentimos una gran responsabilidad a la hora de contarle la historia a un chico. Igual que la Historia, también para Zamba el riesgo es cristalizar en un discurso inmóvil. El desafío es que trascienda, y que el día de mañana tengamos una generación de cirujanos, colectiveros y presidentes que, cuando tengan que firmar un decreto, se acuerden de su infancia, de Zamba, de que queremos ser libres, soberanos e independientes, y lo demás no importa nada, y que firme eso que tiene a la firma, o no firme. «