La Patagonia sufre la peor sequía de los últimos 17 años y una de las más importantes en seis décadas. Entre otros efectos, tendrá un fuerte impacto negativo sobre la producción ovina de cara al próximo año, al no contar con suficiente pasto para alimentar a los animales, en una región que aún intenta recuperarse de los residuos de cenizas volcánicas. Por razones climáticas, entre 2007 y 2014 se perdieron 1,8 millones de cabezas de ovejas sólo en Chubut y Río Negro.

El dato de la peor sequía en casi dos décadas lo resalta un informe elaborado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), junto al INTA, donde advierten que desde principios de 2016 hasta hoy se registraron precipitaciones hasta 45% inferiores respecto de los promedios históricos.

Los investigadores de la cátedra de Forrajicultura de la FAUBA visitaron cinco estancias de Chubut y Río Negro, las provincias más importantes en la producción lanera argentina. Ambas significan el 43% del sector en todo el país.

En estos distritos la falta de agua se volvió sistemática. El anterior período crítico fue entre 2007 y 2011, cuando se registraron dos de las diez sequías más severas de los últimos 60 años. En ese caso, además, se combinaron con un aumento de las temperaturas mínimas y las erupciones de los volcanes Chaitén y Puyehue. Un combo que generó, según estimaciones del Ministerio de Agroindustria, la pérdida de 1,8 millones de ovejas entre 2007-2014, sólo en esas dos provincias de la franja norte patagónica. Lo que representaría el 12% de los 14,5 millones de lanares que existen en todo el territorio nacional. 

El último anuario del Senasa para la Patagonia Norte revela que en el 2008 Río Negro contaba con dos millones de cabezas ovinas y cinco años después luchaban por llegar a las 1,4 millones de cabezas. Un respiro significó la temporada 2012/2013, cuando Río Negro recuperó unas 70.000 cabezas, que ayudaron a incrementar el stock en 5,5%. Pero este 2016 volvieron a enflaquecerse las cifras y las perspectivas. No es una situación menor para esa provincia: de los 4.380 establecimientos que se dedican a la actividad ovina, unos 2.710 trabajan con menos de 200 animales. De ellos, 1.986 están en Río Negro. 

“El próximo año va a ser difícil pasar el invierno”, advirtieron los especialistas. Y ya se observa un marcado retroceso en el crecimiento de la vegetación. Esta primavera, época en la que suelen retener los recursos forrajeros para garantizar el alimento en el invierno, la producción de pasto “va a ser muy baja”. Acotaron: “Esta situación climática es de excepcional magnitud”.

Ante la gravedad del contexto, realizaron una proyección con tres escenarios posibles para los próximos meses, en función de las lluvias que puedan caer hasta diciembre, y construidos a partir de la información satelital sobre el estado de la vegetación y de los registros de precipitaciones de los últimos 16 años.

El escenario pesimista plantea la peor primavera desde el 2000, sin lluvias (como sucedió en 2006), con un crecimiento del pasto 15% inferior al promedio, representando la temporada de peor crecimiento en más de una década y media. El segundo escenario contempla lluvias similares a las caídas desde comienzos de 2016, pero el crecimiento sería 12% inferior al promedio, y seguiría siendo el peor en más de quince años. Finalmente, el escenario optimista prevé las mejores lluvias registradas en los últimos 16 años. Aún así, en ese caso el crecimiento de los forrajes llegará a ser un 2,5% inferior al promedio.

“Se deberán tomar medidas de emergencia. Estadísticamente, es muy poco probable que ocurran precipitaciones considerables antes de abril de 2017. Incluso, aunque sucediera, es casi imposible que lleguen a equiparar la media histórica. Además, si llegaran a ocurrir, ese agua sería muy poco aprovechable para las plantas porque excedería con creces la tasa de infiltración de los suelos y se perdería un alto porcentaje por escurrimiento”, previeron los especialistas. “Probablemente también haya problemas graves de falta de agua de bebida durante el verano próximo”, se lamentaron.

Entre las recomendaciones, sugirieron vender todas las ovejas viejas y los borregos, capones y carneros de rechazo, lo antes posible luego del destete y la esquila. Además, hablaron de “suplementar con concentrados a las corderas desde fin del verano, dentro de las posibilidades financieras”. Enfatizaron en “cuidar a las madres, porque van a determinar en buena medida la cantidad de lana y de corderos de la temporada 2017 y subsiguientes” y adelantar los destetes lo más posible “para lograr una buena recuperación del estado corporal”. Hasta el momento no ha habido un plan anunciado por las autoridades para combatir esta problemática que parece estar lejos de finalizar.