En las campañas electorales de la derecha boliviana es habitual que los políticos hablen de “la indiada”. Ocurre especialmente en los actos que se hacen en la región denominada “la media luna”, en departamentos como Santa Cruz, de donde salieron varios de los dirigentes que participaron del golpe de Estado contra Evo Morales. Es habitual que los dirigentes anti-Evo utilicen ese término para referirse a la otra Bolivia, la mayoritaria. El racismo se expresa no sólo sin pudor sino que es un estímulo para los concurrentes a los actos que ante esas expresiones suelen vibrar.

El actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante su carrera proselitista para la presidencia, tenía entre sus frases predilectas una que afirmaba que los afrodescendientes “no hacen nada”. “Creo que ni para procrear sirven ya”. Bolsonaro tenía expresiones similares sobre las mujeres y aun peores para quienes consideraba sus adversarios ideológicos, la izquierda, los supuestos comunistas del PT. Era esencialmente una reivindicación de la supremacía del varón sobre la mujer y de los hombres con piel blanca sobre los afro y los indígenas. Sonaba “primitivo” y con ese discurso ganó las elecciones del quinto país más extenso del planeta y la octava economía mundial.

El recorrido podría seguir por la región: Perú, Guatemala y otros países latinoamericanos en los que el sentido de superioridad racial y el desprecio por las personas con ascendente originario son intensos y se expresan socialmente de un modo desembozado.

Esta semana la revista Cítrica difundió un artículo y un video en el que se ve a un grupo de policías del Chaco entrando a las patadas a la casa de una familia qom en la localidad de Fontana. El video muestra el ingreso de los policías a la fuerza. Luego, entre cuatro agentes golpean con puños y patadas a un joven y lo sacan de la casa arrastrándolo, mientras las mujeres de la familia gritan desesperadas. Los policías justificaron su accionar sosteniendo que las personas detenidas habían arrojado piedras a la comisaría. Los vecinos qom denunciaron que además de la irrupción violenta en la casa, hubo apremios ilegales en la comisaría y abuso sexual a las mujeres.

En la Argentina, a diferencia de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, el racismo está más contenido. Hay periodistas famosos que hablan de “negros de mierda” en las radios para describir a la Argentina mestiza, pero persiste un mayor pudor social para desplegar el desprecio racial. El accionar de la policía chaqueña, sin embargo, vuelve a demostrar que ese odio, el desprecio en este caso por el qom, el deseo de muerte, el placer sádico de producirle sufrimiento físico al “ser inferior”, está latente siempre, dispuesto a explotar como un volcán.

Según el lado del mostrador.

Los partidos que forman la coalición Juntos por el Cambio condenaron el accionar de la policía chaqueña con varios comunicados. Bienvenido. En el caso del PRO, se trata de la misma fuerza política que cuando gobernaba el país recibió en la Casa Rosada, como un gesto de respaldo, al policía Luis Chocobar. El agente había asesinado unos días antes un ladrón disparándole por la espalda cuando huía.

El macrismo también fue el gobierno que ordenó la represión a los mapuches en Chubut que terminó con la desaparición y muerte de Santiago Maldonado. Una de las mayores crueldades de todo el proceso fue la negación de la desaparición. El gobierno y los medios del establishment se pasaron días y días sosteniendo que Maldonado estaba en Chile, que paseaba como mochilero, que lo había visto un camionero, hasta que su cuerpo apareció flotando en el río helado.

Pero no sirve quedarse en señalar la contradicción. La victoria política democrática es que el adversario, por el motivo que fuere, sea pragmático o por un cambio de opinión, incorpore las visiones que se defienden desde la vereda de enfrente. La idea de que el triunfo político es derrota definitiva del adversario –una creencia bastante extendida–se roza con la arbitrariedad. Ylo más importante: es una fantasía. No ocurrió ni ocurrirá.

Como sucede con el racismo, el mayor éxito que se  puede lograr es contenerlo. Sostener un discurso público sistemático que lo cuestione y lo condene, que mantenga atada a la bestia que habita en el interior del ser humano.