El jefe de Gabinete, Marcos Peña, arrancó su informe con un reconocimiento “a las dificultades que estamos pasando” y señaló: “Entendemos que algunos argentinos sintieron miedo y generaron dudas sobre el futuro”. Sin embargo, sentenció: “Tampoco las cosas están tan mal como algunos están diciendo, no hay una crisis estructural”.

Al igual que en otras oportunidades Peña volvió a remarcar que las penurias de hoy son todavía provocada por la pesada herencia sobre todo en la política energética. En ese marco señaló que la falta de inversión en Vaca Muerta hace que hoy el déficit comercial sea mayor a lo esperado.

En ese contexto, realizó, en el inicio de su mensaje, una rotunda defensa de la política económica encarada por el Gobierno nacional y remarcó: “En estos dos años pusimos cimientos firmes a la economía argentina, para romper la mediocridad de los últimos años”.

Más allá de recurrir a la pesada herencia, Marcos Peña, también atribuyó la crisis  económica que conjuga alta inflación, recesión y destrucción de empleo a “diversos factores” como “la peor sequía en los últimos 50 años”, el “cambio en políticas de tasa en Estados Unidos que generó un contexto más complejo y desafiante para mercados emergentes” y “la suba del petróleo”.

Luego de mencionar por encima las dificultades Peña habló del «crecimiento del empleo», de que «el campo está empezando uno de los ciclos más importantes de inversión», que se «ha mejorado en educación», y que «todas las exportaciones del campo crecen». El detalle de las bondades de la política económica y comercial fue cruzada por los referentes de la oposición que a su turno le dijeron a Peña: «vivimos en dos países distintos».