El 24 de octubre se decretó la quiebra de Balkbrug SA, la empresa que Sergio Szpolski y Matías Garfunkel usaban para imprimir Tiempo Argentino hasta febrero de 2016. El logro, una vez más, fue de los trabajadores que armaron una cooperativa para hacer periodismo. La fecha del dictamen se produjo justo a 18 meses de la primera edición autogestionada, y seguramente no somos los únicos que aún nos emocionamos al recordar la respuesta del canillita aquel día contando que el diario estaba agotado.

Sucede que Tiempo es mucho más que un medio. Es una empresa recuperada por sus trabajadores ante un vaciamiento. Es una respuesta colectiva al avance de una ideología individualista. Es una apuesta a un periodismo sin patrones ni condicionamientos editoriales. Es la confirmación de que el oficio no está en crisis, sino el modelo de negocio que lo sostenía hasta aquí.

Justo esta semana la asamblea de Tiempo aprobó el balance de su primer año completo bajo gestión cooperativa y en los fríos números también se expresó el valor de esta experiencia. Durante este período, siete de cada diez pesos que ingresaron a la cooperativa fueron aportados por los lectores. Esa es la principal garantía de independencia editorial que cualquier medio puede tener. 

Otro dato significativo es que el 66% de los ingresos fueron destinados al pago de los retiros de los trabajadores. Casi todo lo demás se invierte en la edición papel de los domingos y otros gastos derivados de las coberturas periodísticas.

A pesar de que partimos de la nada, el estado patrimonial de la cooperativa es largamente positivo. De hecho acumula un crédito que se concentra en dos grandes cuentas: los distribuidores y la pauta oficial. En el primer caso, dependemos de los responsables de llevar el diario hasta los kioskos, un sector que hoy sufre las presiones de corporaciones como Clarín, que busca la concentración vertical de toda la cadena, desde la producción de papel hasta la distribución. Es por eso que, conscientes de esta difícil situación, invitamos a los lectores a que se suscriban de manera directa a la cooperativa.

El caso de la pauta es paradójico. Tiempo es el diario editado en la Capital que menor dinero recibe en ese concepto. Los 596 mil pesos en avisos del primer semestre de 2017 representan apenas el 0,4% de lo destinado en pauta al sector. Visto de otra manera, Clarín y La Nación reciben 88 y 67 veces más respectivamente. La Prensa, por citar otro, recibe 13 veces más y Página/12 recibe casi seis veces y media más. Si la periodicidad fuera una variable, podría mirarse a Perfil que sale los fines de semana y recibe 16 veces más.

Si miramos sólo la inversión en pauta online la situación empeora. Los 164 mil pesos que destinaron a Tiempo en los primeros seis meses del año están por debajo aun de sitios como notasdeactualidad.com.ar o 15minutos.com.ar y de los sitios personales de algunos conductores de grandes cadenas que prácticamente no reciben visitas. En resumen, la escueta pauta que recibe Tiempo no sólo muestra la discriminación oficial sino que además nos deja como acreedores del Estado. 

Quizás el dato que más nos enorgullece de este balance es el que demuestra el apoyo de los socios. Su aporte ya equivale a dos de cada diez pesos que ingresan a la cooperativa y es la base sobre la que queremos construir nuestro futuro. Ellos no pagan para acceder a información en exclusiva, sino que invierten para que podamos seguir haciendo periodismo y más gente pueda leernos. Ese gesto nos empuja a mejorar y realimenta nuestro compromiso.

Su confianza quedó en evidencia cuando la desaparición de Santiago Maldonado reforzó el blindaje de las corporaciones mediáticas hacia el gobierno. Ahí la autogestión demostró que es imprescindible y muchos lectores de Tiempo así lo entendieron. Hoy somos 1700 socios, pero necesitamos que sean más. Y por eso nos esforzamos todas las semanas. 

La renuncia de Jorge Lemus al Ministerio de Salud es otra demostración de la importancia del periodismo autogestionado. La mayoría de las falencias que se le achacan fueron reveladas por Tiempo a lo largo del año (ver pág 21). Recuperamos al diario de un vaciamiento patronal y poco después tuvimos que recuperar nuestra redacción de un ataque siniestro. Ahora trabajamos para que el periodismo no sea denostado por las corporaciones que negocian con la información. Sabemos que en eso no estamos solos. «