Fue uno de los curas que lucharon porque la iglesia ponga los pies en el barro y dejara los lujos y los privilegios para brindarse a los que más necesitan de la fe y de la acción social: los pobres. De bajo perfil, el sacerdote José María «Pichi» Meisegeier es desconocido para el gran público, pero dejó una profundo huella en todos quienes lo conocieron, sobre todo los más desposeídos.

Por el periodista y realizador audiovisual Facundo Di Filippo decidió hacer el documental Pichi, el jesuita del pueblo, que incluye una extensa investigación periodística, rico material de archivo y más de una quincena de entrevistas realizadas en diversos puntos del país y del continente (México, Perú, Uruguay). El film se centra en la historia familiar de Pichi, su participación en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, el compromiso con el movimiento de activistas villeros y las grandes obras de vivienda en algunas barriadas.

“Siempre  me interesó el tema del habitad y vivienda, y cuando tuve la chance de ser legislador de la Ciudad trabajamos fuertemente para mejorar las condiciones de los y las vecinas de la Villa 31 y se logró sacar una ley de urbanización. Ahí  lo conocí al padre Pichi.  Según lo que me contaron los vecinos y vecinas, más allá de la gran figura de Mujica, la labor de Meisegeier fue muy importante y así comencé a recorrer lo que representó para todo un sector que nació de su mano: el de la organización popular en las villas, a través de cooperativas o de ONG para solucionar falencias concretas en la vida de la gente más humilde”, cuenta Di Filippo.

La película también retrata la relación de Pichi con la figura emblemática de Mujica, cómo  fue su vida viviendo en las villas, los encontronazos con Bergoglio y los peligros que tuvo que enfrentar. Pero también su postura dura contra las altas esferas eclesiásticas y su capacidad de gestión para no quedarse en lo discursivo.

“Pasaron casi diez años de su muerte y este es un homenaje  para él y su labor. Incluyó un trabajo de producción ambicioso para intentar reflejar la figura de  Pichi y su legado innovador”, destaca el director.

Para Di Filippo, las ultimas situaciones que pusieron el debate sobre el déficit habitacional en primer plano existen expresan una problemática estructural que es una gran deuda de la democracia: «Roma se extendió a base de tomas, como toda las grandes urbes a lo largo de la historia, pero hoy se hace un gran escándalo por la toma de suelo, que solo pasa porque los sectores populares no tienen acceso por la vía formal. El mercado no se los permite y los planes de Gobierno en ese sentido no existen o son insuficientes. Entonces la ocupación pasa a ser casi el único recurso.”

La militancia en las barriadas populares de Pichi fueron más allá de lo religioso, articulando organizaciones  que se pusieron a trabajar, marcando, según se ve en el film, un estilo propio. “No tenía el carisma del Padre Carlos Mujica, ni era tan de cruzarse en la discusión pública, pero  era una persona tan importante como él porque estaba en los detalles de los pobladores, en el día a día, detrás de los reclamos vecinales. Formó una gran cantidad de técnicos, arquitectos, trabajadores sociales que siempre tomaron su concepción tan clara de que los que decidieran fueran los que vivían en el territorio y que no sea de otra manera.”


Pichi, el jesuita del pueblo. Dirección: Facundo Di Filippo. Guión: Hernán Lentin. Estreno: 19 de noviembre en Cont.ar