En la Argentina sucede algo curioso, a veces los días se vuelven siglos, especialmente cuando llegan las elecciones. Los escenarios son tan dinámicos, los movimientos tan fugaces que el tiempo se prolonga de forma indefinida, pareciera que de hoy a octubre falta una eternidad y no apenas cuatro meses.

En estos tiempos de vorágine toda acción cobra un sentido superlativo y es bueno recordar aquella frase Napoleón “vísteme despacio que estoy apurado”. La decisión de CristinaFernández de Kirchner de presentarse como candidata a la vicepresidencia de la Nación de la fórmula que encabezará Alberto Fernández, fue un paso adelante que irrumpe en el escenario político, justamente, porque interpreta anticipadamente los nuevos tiempos, hecha por tierra las especulaciones y es un apuesta para colocar en el centro de la escena el fracaso de la gestión económica del gobierno.

Además, la dupla Fernández-Fernández pretende construir unidad para ganar, pero también para gobernar, busca ampliar los consensos y ser la expresión de todos los sectores de la sociedad que son agredidos por las políticas de ajuste, hambre y exclusión de una elite insensible y depredadora. Y en ese sentido es que aparece con fuerza la necesidad de elaborar un nuevo contrato social que sea capaz de dar vuelta esta página neoliberal y que ponga a  la oposición y en particular al pensamiento crítico ante un loable desafío que es ¿cómo hacemos para llenarlo de vida y de contenido? ¿qué hacer para transformar a las minorías dispersas en nuevas mayorías diversas?

Hace poco lanzamos Agenda Argentina: una iniciativa conjunta de diversos colectivos de orientación nacional, popular, progresista y democrático, compuesto por miembros de la academia, la ciencia, la comunicación y la cultura, con la clara consigna de contribuir a la unidad. Nos propusimos pensar cómo armar una narrativa de futuro que no sólo convenza a los ya convencidos, sino que también conecte con los votantes de Cambiemos desilusionados, que sea capaz de dar cuenta de la realidad de  las sociedades contemporáneas donde el voto no se define solamente por lo racional-económico, por el bolsillo, sino que se vota también por aspiraciones, deseos, subjetividades y emociones.

Pensamos allí cómo aportar ideas-fuerzas a la agenda opositora, cómo hacer que temas como la seguridad, el progreso individual, el hábitat y medio ambiente, la corrupción, el deseo, el buen vivir o el orden no sean tabúes en un proyecto popular. Es precisamente por esto que el pensamiento crítico debe animarse de nuevo a conceptualizar, a producir y crear, más que a reproducir porque necesitamos comprender fenómenos que son inéditos. Comprender para transformar. Reflexionar para hacer y pensar para disputar poder.

Un pensamiento que sea capaz de dar cuenta de aquellas demandas que están latentes en la sociedad civil, aquellos nuevos emergentes que han desbordado las calles en estos últimos años. Hablamos por ejemplo del movimiento feminista, de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, de las y los consumidores organizados contra las tarifas abusivas, de las y los inquilinos organizados contra los alquileres impagables .

Es en esta perspectiva es que vamos a realizar el foro #HablemosDeIdeas el 15 de junio en la UMET. Queremos que el evento sea una apuesta a la unidad, la diversidad y la creatividad. Queremos discutir la agenda que falta, hacer diagnósticos de los principales problemas del país y sobretodo hacer propuestas para resolverlos. Buscamos hablar deideas porque cuando la política se personaliza el árbol tapa el bosque y eso es lo que quiere el gobierno; personalizar para despolitizar

Si partimos de la premisa de que vivimos en una época reclamos de la sociedad civil están hiperfragmentados: ya no existen luchas de primera y otras de segunda,   entonces será imprescindible debatir también cómo hacer que el nuevo contrato social pueda recomponer los lazos sociales desde la heterogeneidad ,pueda dar cuenta de la individualidad, – nos referimos las formas  que tenemos de identificarnos ,  de autopercibirnos,- para combatir al individualismo y vuelva a poner  en un primer plano valores como la igualdad y la democracia.

Lo hacemos en un tiempo que no es cualquier tiempo; nos hallamos ante un momento bisagra de nuestra historia. Otra vez los argentinos y las argentinas estamos ante la posibilidad de elegir entre dos modelos de país, dos proyectos que históricamente estuvieron en disputa, es una disputa electoral, pero sobre toda cultural.

Un proyecto encarnado por la alianza Cambiemos que retomó la senda de la dependencia económica, la injusticia social y la elitización política. Un proyecto político que en sus acciones de gobierno responde a los intereses concentrados de la economía y llevó a la Argentina otra vez a la deuda con el FMI, con un retorno al régimen neoliberal que afecta a las mayorías. Este proyecto que pone los intereses de la nación del lado del empresariado que intenta maximizar sus ganancias a costa de reducir salarios y ajustar la economía.

El otro, el proyecto nacional y popular, progresista, democrático, que se retomó en mayo del 2003, con la llegada al gobierno de Néstor Kirchner, que recuperó las tradiciones y la lucha política por la soberanía, la independencia y la justicia social. Trabajó para unir a los ciudadanos, a los trabajadores y trabajadoras de la Argentina y que hoy se propone ampliar. Cambiemos fracasó sin embargo eso no alcanza para ganar. Debemos construir renovados horizontes políticos. Debemos transformar el ayer en mañana. ¡Mañana es mejor!!