Cuando se consultan su nombre y apellido en Internet aparecen 1.230.000 resultados, un número demasiado alejado de los 4.312.517 votos que sacó en 2003 cuando se convirtió en el presidente constitucional N° 51 de la historia. No lo conocí personalmente. Una pena: podíamos haber hablado largamente de Racing. Pero le estoy muy agradecido y aún lo admiro. Fue un tipo audaz, que crecía frente a esos desafíos que parecen imposibles. Entre él y Cristina pusieron en marcha un lote de, al menos, 50 medidas que yo creí que nunca vería aplicadas en mi país. Era un cabeza dura que chocó contra muchas barreras. Por ejemplo, el mismo día de su asunción presidencial se llevó por delante una cámara de fotos, que le provocó la más leve de muchas heridas políticas. De esas salió adelante, pero la grieta que no pudo ignorar fue la de su salud: carótida, angioplastia, stents, infarto.

Pingüino de la nieve, muchacho peronista, desde Río Gallegos y Santa Cruz a la Rosada y últimamente en el Congreso ocupó muchos estamentos del protocolo político. En vida, convirtió en ganadora a una década y algo más en la que muchos nos sentimos felices. Desafió a Clarín y puso rojo a los círculos que tanto le temen al populismo con frases como esta: «Que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona». Tras su muerte, devenido EterNéstor, hasta hoy soportó múltiples operaciones de ocultamiento y revanchismo: que fue asesinado, que está vivo en Venezuela, que su cadáver no estaba en el cajón, que su mausoleo en el sur está lleno de dinero mal habido y tantas otras chicanas. Al Centro Cultural Kirchner quisieron bajarle el precio llamándolo por sus iniciales y a una represa santacruceña le borraron su nombre y le pusieron Condor Cliff.

Sumó para siempre al nomenclador político argentino a la palabra kirchnerismo, que en boca de amigos y enemigos debe traducirse como el mejor peronismo. De diez años para acá nadie lo olvidó y fue millones de cosas: torneo de fútbol y hospitales, escuelas y aeropuertos, centros sociales, culturales y deportivos, calles, avenidas, puentes y plazas, libros a favor y en contra y documentales. Fue, y es, remeras, posters, memes: Insoportablemente vivo; Se cerraron dos ojos y se abrieron millares; Bajando un cuadro formaste miles. Y un canto, bien de cancha, lo sigue mostrando como el dueño de la pelota: Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo, la puta madre que lo parió. «