El Banco Central resolvió jugar una carta riesgosa: desde este miércoles arrancó un canje de Lebacs por el cual tentará a los tenedores de esos títulos a cortísimo plazo para que acepten cambiarlos por otros similares pero con vencimiento a plazos más largos.

La jugada de la autoridad monetaria apunta a descomprimir el próximo vencimiento de Lebacs, que se producirá el martes 19 de junio, cuando cae el 51% del stock, equivalente a unos 660 mil millones de pesos.

El BCRA ya empezó a recomprar Lebacs de cortísimo plazo, a 35 días, en el mercado secundario, de manera de reducir el peso del vencimiento. Esta fórmula ya la empleó antes del último vencimiento, del martes 15 pasado, e implicó una reducción de 25 mil millones de pesos en el total del vencimiento.

De todas formas, se trata de un esfuerzo que no alcanza ni al 5% del vencimiento. De allí la aparición de esta propuesta de canje.

De acuerdo con los analistas la entidad que dirige Federico Sturzenegger apunta a interesar con este canje a los bancos y compañías de seguros. Los bancos incrementaron sus tenencias de Lebacs en más de 70 mil millones de pesos en la última licitación, ya que compraron prácticamente todas las ofertas que se producían por el desarme de posiciones concretadas por los individuos a partir de su salida de los fondos comunes de inversión.

Con todo, la operación conlleva sus riesgos. El primero es que ni los bancos ni las compañías de seguros muestren interés en el canje toda vez que si llegan al vencimiento del 19 de junio con las Lebacs en la mano podrán cobrar el interés proporcional al 40% correspondiente a los 35 días de vigencia de la Letra.

En ese caso, se podría generar un efecto tipo profecía autocumplida, por el cual se incrementaría la presión de los inversores de cara a ese vencimiento, con mayores exigencias hacia el BCRA para asegurarle la renovación.

Para atraerlos, el BCRA deberá ofrecer un “premio”, según se dice en el ambiente financiero; es decir, una tasa superior a la que obtendrían si mantienen las Lebacs a cortísimo plazo.

Ello genera dos problemas: de un lado, implicaría subir la tasa de interés de las Lebacs que tienen los plazos más extensos, que es lo contrario que quería hacer el BCRA. Del otro lado, implica incrementar los intereses que el BCRA debe pagar todos los meses por las Lebacs.

El BCRA se encuentra en una encerrona de la que no le será fácil escapar.