Piletas, mar, ríos, lagunas. Cualquier espacio con agua fresca invita a mitigar el calor en esta época del año. Y los niños y niñas suelen ser los primeros en ingresar y los últimos en salir. También por eso, son los más vulnerables a sufrir otitis, un cuadro que suele venir con dolor agudo y, si no se trata correctamente, puede amargar las vacaciones familiares. 

Esta inflamación afecta cada verano a miles de personas. Y es que se contagia en playas y piscinas a través de bacterias cuya propagación se ve facilitada por la combinación de agua y calor. Los menores de edad están expuestos a una doble situación: pasan mayor cantidad de tiempo en el agua que los adultos y, además, tiene trompas de Eustaquio más cortas, razón por la cual los agentes infecciosos llegan con mayor facilidad al oído medio.  

Fernando Orellano, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de Niños de Córdoba, explica en el portal oficial del gobierno provincial que la primera medida de prevención es evitar tocar el oído, ya que se puede lastimar el conducto y, de esa manera, se puede contaminar con mayor facilidad y provocarse una infección. «No deben usarse hisopos ni introducirse ningún objeto punzante. Tampoco se aconseja el uso de tapones para los oídos». El profesional sugiere aplicar después de bañarse dos gotitas de alcohol boricado –de venta libre en farmacias– para asegurarse de secar y desinfectar el oído. «