Desde hace meses Rosario está envuelta en humo. Se percibe en el olor del aire, se siente en la resequedad de la garganta, se ve cuando la lluvia no es de agua sino de cenizas. El humo es el síntoma, la manifestación física de un problema mucho más grave: el ecocidio que no da tregua en las islas del Delta del río Paraná. En medio año, se quemaron 500 kilómetros cuadrados del humedal entrerriano para favorecer a la ganadería intensiva y a la especulación inmobiliaria.

La respuesta social empezó a asomar hace tres semanas, cuando unos 200 autoconvocados cortaron por primera vez la circulación del puente que conecta a Rosario con la provincia de Entre Ríos para exigir al poder político que, además de poner fin a las quemas intencionales y castigar a los responsables, sancione una ley que proteja este ecosistema. Fue un acto fundacional: ese sábado 18 julio, tras el corte y la asamblea, nació la Multisectorial por los Humedales. Una semana después, los asambleístas llegaron a 600, y siete días más tarde la convocatoria alcanzó a 4000 personas que ayer volvieron a reunirse y cortar el puente para gritar juntas: «El humedal no se toca».

#LeyDeHumedalesYa. El hashtag fue tendencia en Twitter el miércoles, cuando el Congreso Nacional comenzaba a interiorizarse en los proyectos que fueron presentados para la sanción de una ley que proteja los humedales a nivel nacional. Unos días antes, el 1 de agosto, ese mismo grito se escuchó de forma masiva en Rosario, en la cabecera del puente que conecta las provincias de Santa Fe con Entre Ríos. Cuatro mil personas respondieron al llamado de la Multisectorial por los Humedales y, por tercera vez en dos semanas, interrumpieron el paso vehicular por cuatro horas.

Irene es la primera de la lista de oradores en la multitudinaria asamblea. Dice que habla en castellano porque cuando su papá y su mamá eran chicos les prohibieron hablar el quechua, su lengua. Irene es representante de pueblos originarios que perdieron sus territorios en manos del extractivismo. Por eso –relata–, abraza la lucha por los humedales, para proteger a la Madre Tierra de esos mismos poderes siempre voraces. Las marchas convocadas por la Multisectorial suelen pintarse de los colores de la wiphala y la tradición: tres tragos de caña con ruda, y una sahumada para que se abra la tierra y vuelva a florecer.

El puente Rosario–Victoria conecta las provincias de Santa Fe y Entre Ríos desde 2003. Consta de un tramo atirantado principal y de otros 12 puentes menores tendidos sobre el río Paraná que suman 59 kilómetros y conducen hasta la entrerriana Victoria. El lugar para hacer visible el reclamo no fue azaroso: las quemas en el Delta del Paraná implican un problema intejurisdiccional que abarca las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. Los representantes de los distintos poderes parecieron reaccionar en algo: al menos eso podría interpretarse de las declaraciones de emergencia en Santa Fe y Entre Ríos, y la presencia del ministro de Medio Ambiente de la Nación, Juan Cabandié, que sobrevoló las zonas de incendio y envió recursos para intentar detener el fuego  que se devora el humedal y que genera al Estado nacional un costo diario de 15 millones de pesos. La Justicia Federal inició causas contra algunos dueños de las tierras arrasadas y el Congreso empezó a leer los proyectos de ley.

La Multisectorial por los Humedales nació el sábado 18 de julio en ese mismo puente, ubicado en el extremo norte de la ciudad de Rosario. Fueron 50 las personas que, tras el corte, se organizaron en asamblea y entendieron que era necesario darse una organización propia que abarcara tanto a las organizaciones ambientalistas que desde hace años sostienen el reclamo, como a los autoconvocados, que ahogados por el humo o prestando atención a las imágenes que empezaban a circular en redes sociales sobre los estragos del ecocidio, decidieron sumarse.

“De a poco vamos logrando que el rosarino construya una noción de lo que son los humedales”, enfatiza Ivo Peruggino, miembro de la Multisectorial. Que este año las quemas hayan afectado tanto la calidad de vida ayuda a desarrollar esa conciencia. Desde 2008, en menor o mayor medida, el humo de un Delta que muere y del ecocido que avanza, envuelve a Rosario, y va por más.  «

«Del otro lado están los grandes poderes»

Desde el segundo sábado de protestas, el corte del puente tiene un correlato del otro lado: desde Victoria, otro grupo de autoconvocados frena el paso vehicular en forma intermitente. Hace unos días, la Multisectorial sumó una comisión interprovincial, de la que participan vecinos de otras ciudades, otras provincias, e inclusos países vecinos como Uruguay, para organizar actividades simultáneas en distintos puntos de la región, con el objetivo máximo de federalizar el reclamo por la Ley de Humedales.
Mientras tanto, Rosario sigue movilizada: ayer se programó un cuarto corte del puente, que incluyó una caminata pacífica hasta el peaje que marca el límite entre Santa Fe y Entre Ríos.
“Esto no es una guerra entre santafesinos y entrerrianos: de un lado estamos los que queremos defender la tierra y del otro lado están los grandes poderes, las actividades extractivistas que están haciendo mierda todo. No es una guerra entre pueblos, somos el mismo pueblo, las fronteras ya no sirven de nada, somos el mismo río”, dijo Peruggino. Y adelantó que el próximo domingo se realizará un corte total del Paraná frente a la costa norte de Rosario, en el que las dos orillas quedarán unidas por embarcaciones sin motor: “Si las soluciones no avanzan, tenemos un montón de actividades pensadas hasta que encontremos soluciones o hasta que nos veamos obligados a acampar sobre el puente de manera indefinida”.