Mauricio Macri tiene la sangre en el ojo desde el 20 de julio de 1999, el día que perdió 38-1 la votación en la Asociación del Fútbol Argentino para implementar las Sociedades Anónimas Deportivas. Sin embargo, desde que ganó las elecciones presidenciales supo que la revancha era cuestión de tiempo. Fernando de Andreis, secretario general de la Presidencia, redactó el proyecto de ley para contemplar las sociedades anónimas en el fútbol argentino con el abogado español Luis Chocarro Altamira, del estudio de Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional de España. Aunque se creía que podía ocurrir en la última semana, se espera que llegue en los próximos días al Congreso. Hay un punto que genera controversia incluso entre los impulsores: el artículo 7 marca que, en caso de que las empresas fracasen en su administración de los clubes, la responsabilidad de las pérdidas se cargue en las instituciones. 

“No hay nada mejor en un club que una sociedad civil sin fines de lucro. Pero si no está bien, no es malo pensar en una concesión -dijo Fernando Marín, director del Fútbol para Todos y parte del proyecto de las SAD-. No hay que cerrarse en una idea. Se tienen que buscar términos medios. En un fútbol transparente los clubes sin fines de lucro podrían estar, pero son muy mal administrados.” 

Esa es la cuestión: aprovecharse de la crisis del fútbol argentino y cumplir el viejo anhelo. En la mesa chica de las SAD, además de De Andreis y Marín, aparecen dos alfiles en el armado político de Macri: Gustavo Arribas y Eduardo Gamarnik. El escribano Arribas, director de la Agencia Federal de Inteligencia, viaja de tanto en tanto a Chile para asesorarse acerca de cómo funciona el sistema en ese país. Gamarnik fue el nexo con Tebas, a quien conoce desde la época que gerenciaba el Badajoz con su empresa Sports Management y acercaba juveniles del Boca de Macri, como Sebastián Battaglia, Lucas Gatti, Pablo Trobbiani, Héctor Bracamonte y Adrián Guillermo, entre otros. En España, la figura de las SAD se creó en 1990 a través de la Ley del Deporte. En Chile, en 2005, también por ley. Arribas y Gamarnik conocieron a Macri a mediados de los ’90, cuando trabajaban en la representación de futbolistas. Hoy su amigo, con quien solían jugar partidos de fútbol, es el presidente de la Nación, ya no de Boca. 

Otra fuente de inspiración para el proyecto es la Ley 25.284 de “salvataje deportivo”, aprobada en 2000: permite la creación de un fideicomiso para evitar la venta o el cierre de los clubes. En este marco regulatorio entraría la figura de la SAD, presentada como una opción de solución administrativa para los clubes endeudados. Los clubes del Ascenso, a los que la AFA les debe cuatro meses del dinero del Fútbol para Todos, aparecen entonces como las principales víctimas de las sociedades anónimas. De ahí, en parte, que se nieguen a empezar el torneo. Atlético de Madrid, constituido como SAD, ya se interesó por Quilmes. Como contó en junio Tiempo, Macri recibió a Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado del Atlético, y le sugirió que Quilmes sería un club ideal para que invirtiera, una práctica que el club español ya desarrolla en el Lens de Francia. Atlético de Madrid, paradójicamente, figura en el tope de deudores al fisco entre los clubes de la Liga española, con 107 millones de euros, mientras que Barcelona, Real Madrid y Athletic Bilbao, clubes asociaciones civiles, están sin deuda, según la propia Liga. La aerolínea Qatar Airways y la empresa de bebida energética Red Bull también iniciaron contactos con clubes argentinos de las categorías menores. Aunque el terreno jurídico, aún inestable, las hicieron, de momento, retroceder. 

En el bloque de la alianza Cambiemos en Diputados, cuyo jefe es Nicolás Massot, piensan que no es el momento para que ingrese el proyecto de ley, ya que consideran que hay otras prioridades a defender. Se mueven con hermetismo, consideran que le trabaría la agenda parlamentaria y, al mismo tiempo, saben que es difícil que se apruebe. Lejos del único que entró al Congreso en la Argentina, presentado por el justicialista José Carbonell en 2000 bajo el nombre de “Proyecto de ley sobre sociedades anónimas deportivas”, el anteproyecto del gobierno ingresaría con otra etiqueta, maquillado para frenar el impacto, aunque sí incluiría las SAD. 

“El camino hacia las sociedades anónimas es inexorable. Es una alternativa válida en esta era moderna sin que esto signifique que desaparezcan las instituciones sin fines de lucro”, dijo Marín, pero allá por 2001, cuando gerenciaba Racing con Blanquiceleste Sociedad Anónima y Macri era presidente de Boca.

PASO A PASO PARA UN FÚTBOL DE EMPRESAS

En el verano, Javier Tebas, presidente de la Liga española, asesora a la mesa de las SAD, que en España funcionan desde 1990.

Gamarnik es nexo con España por su pasado en Badajoz. Arribas, director de la AFI, viaja a Chile, donde hay clubes-empresas.

En marzo, Macri dice en una entrevista con la agencia AP: “Debe ser optativo para un club ser asociación civil o empresa”.

Se vota la Superliga, pero las sociedades anónimas quedan en debate y con fuerte oposición. Ni siquiera se redacta un estatuto.

Surge la opción de presentar un proyecto de ley para modificar la estructura jurídica de los clubes en el Congreso.

El artículo 7, que carga las deudas de las empresas en los clubes, genera controversia hasta entre los propios impulsores.