Alemania era una tromba y México ya sólo se dedicaba a aguantar el 1-0. Entonces, Juan Carlos Osorio decidió que era tiempo de reforzar aún más el fondo y mandó a la cancha a Rafael Márquez en reemplazo del agotado Andrés Guardado. Apenas puso un pie dentro del campo de juego, el defensor entró en la historia grande de la Copa del Mundo, porque se convirtió en el tercer jugador en disputar al menos un partido en cinco Mundiales diferentes, junto a su compatriota Antonio Carbajal y al alemán Löthar Matthaus. Sin embargo, cuando finalizó el encuentro y el Tri materializó la hazaña de derrotar al último campeón, nadie siquiera pensó en ir a buscarlo para que hablara en la transmisión oficial de la FIFA: fuera de lo estrictamente deportivo, la imagen del central de 39 años está tácitamente prohibida en Rusia 2018.

En agosto del año pasado, Márquez fue acusado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de ser testaferro de Raúl Flores Fernández, conocido como ‘el Tío’ y supuesto líder de una banda de narcotraficantes que opera en Guadalajara y tiene contactos en el DF. A pesar de que el jugador negó todos los cargos en su contra, su nombre fue incluido en una lista negra, por lo que no sólo tiene vedado el ingreso a territorio norteamericano y se congelaron todos sus activos en ese país, sino que directamente tiene prohibido relacionarse con empresas, bancos y hasta individuos estadounidenses. Por se motivo, la FIFA y la Federación Mexicana tomaron todo tipo de precauciones, algunas de las cuales rozan lo ridículo, para evitar (y evitarse) problemas.

Luego de que se conociera la acusación en su contra, Rafa pasó tres meses sin jugar para su equipo, Atlas, y fue desafectado de las convocatorias del combinado nacional mientras sus abogados trabajaban el caso. Por este motivo, incluso, se llegó a poner en duda su presencia entre los 23 mundialistas, aunque finalmente Osorio lo incluyó en la nómina definitiva y se puso en marcha el plan para mantenerlo lo más lejos posible de cualquier marca o sponsor.

Durante los entrenamientos del Tri en Rusia, Márquez utiliza la misma indumentaria que sus compañeros, aunque su ropa no tiene estampados los logos de los patrocinadores del seleccionado. Incluso, según reveló un informe del New York Times, el defensor ni siquiera toma agua de las mismas botellas que el resto de los jugadores: el envase tiene una publicidad impresa en el frente. Los dirigentes también tuvieron que tomar precauciones a la hora de elegir las aerolíneas que trasladan a la delegación para que ninguna sea de capitales estadounidenses y deben tener cuidado a la hora del hospedaje: si el plantel se aloja en un hotel de alguna cadena relacionada con empresas norteamericanas, al defensor le consiguen una habitación en otro lado. Además, si el central asiste a alguna conferencia de prensa oficial, la FIFA se encarga de garantizar que el moderador no sea estadounidense.

Pero las limitaciones no se terminan ahí. Márquez, que decidió renunciar a cobrar el dinero que le corresponde por su participación en el Mundial con tal de estar en el certamen, no puede ser galardonado como el Mejor Jugador del Partido porque el premio es auspiciado por Budweiser, la cerveza más yanqui de todas. Sin embargo, en la FIFA saben que ahí pueden tener un problema: la figura es elegida por el voto popular. Y Márquez es ídolo en México.

Por las dudas, cuentan, ya tienen preparado un trofeo especial: en él no aparece ninguna marca.