España enfrenta una crisis de representatividad que lastima no solo al gobernante Partido Popular, empapado de casos de corrupción, sino que coloca al socialismo histórico ante una decisión que le puede costar una fractura interna y pérdida de credibilidad. La dificultad de Mariano Rajoy de formar gobierno puede llevar incluso a que los españoles deban ir a las urnas por tercera vez en menos de un año. Un hecho inédito en toda su historia democrática.

Rajoy ya fracasó una primera vez, tras los comicios de diciembre, donde la irrupción de Podemos rompió con el bipartidismo histórico. En las segundas elecciones de junio, el Partido Popular volvió a sacar una mayoría insuficiente como para conseguir el aval requerido de 176 diputados, y ni siquiera lo lograría aliándose con Ciudadanos, que hoy le tiende una mano, aunque con condiciones.

Rajoy anunciará el miércoles si acepta los seis puntos que le presentó el joven líder de derecha, Albert Rivera, para sumar 32 diputados en la votación de “investidura” y dará una fecha para la sesión, que se estima cercana a fines de agosto o principios de septiembre. Pero con esa alianza suma 166 legisladores. Esto presenta un escenario en el que invariablemente se deba ir a una segunda votación, cinco días después, donde ya no hace falta la mayoría absoluta del cuerpo, sino que gana el que obtiene más votos. Por eso todas las miradas están puestas en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que obtuvo el segundo lugar en las urnas. La sola abstención de 11 de sus diputados permitiría al PP ganar la votación legislativa aunque el resto de los 350 diputados votara en contra.

El PP llamó a Pedro Sánchez, ex candidato presidencial de los socialistas, a «reflexionar» porque el PSOE tiene «en su mano que haya gobierno» o nuevas elecciones. También puso sobre la mesa la urgencia de recuperar la economía ante la amenaza de sanciones de la Unión Europea. «La campaña de presión hacia el PSOE no es nueva», criticó el portavoz del PSOE en el Senado, Oscar López. El propio Sánchez viene sosteniendo que su partido no respaldará a Rajoy. “La izquierda no apoyará a la derecha”, declaró, aunque los ex presidentes del PSOE Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero defienden que la prioridad es evitar unas terceras elecciones. Podemos, la fuerza progresista que se creía les ganaría a los socialistas en junio, critica el hecho de que el PSOE “está más focalizado en su debate interno que en plantear una alternativa a Rajoy y a su política de ajuste”, señalan desde la vocería en Buenos Aires.

Rivera se reunió esta semana con Rajoy y tras haber lanzado otrora duras críticas, le ofreció una alianza si cumple con las siguientes condiciones: 1. Expulsión inmediata de cualquier cargo público imputado por corrupción política; 2. Eliminar los fueros; 3. Aprobar una nueva ley electoral; 4. Acabar con los indultos por corrupción; 5. Limitar los mandatos presidenciales a ocho años o dos legislaturas; 6. Crear una comisión parlamentaria para investigar el caso Bárcenas.

Podemos destaca que entre las condiciones planteadas, “ni una es de carácter social, en una España donde hay cada vez más hogares por debajo de línea de pobreza”. Por otro lado, “hay aspectos sobre la reforma electoral y la corrupción que un sector del PP no ve con buenos ojos”, analizó Jorge Alemán, ex agregado cultural argentino y residente en España. “Hay una enorme presión del PP y Ciudadanos para que el PSOE pacte, esta presión existe en el interior del PSOE, muchos de los barones históricos le insisten a Sánchez que se aparte del No y vaya a la abstención, jugada delicada para el PSOE que frente a su militancia de base histórica puede arriesgar su identidad política”, estimó.