«Es muy triste que haya tenido que morir Diego para que se fijaran en la muerte de mi marido», se lamenta Laura Romero, la viuda de Sergio Jasi. Diego es Cagliero, el músico asesinado luego de que un grupo de policías abriera fuego contra la camioneta en la que viajaba junto a sus amigos el 19 de mayo en Martín Coronado. Jasi, por su parte, había tenido un brote psicótico y había muerto tras otra intervención de la Bonaerense unos días antes. Ambos asesinatos de jóvenes de 30 años y de Tres de Febrero cuentan con otro denominador común: el oficial Rodrigo César Exequiel Canstatt.

Desde el 1 de julio el efectivo está preso acusado de «homicidio agravado por ser miembro de una fuerza de seguridad» por el caso de Cagliero. Con 26 años y a sólo seis meses de haber egresado como policía, la situación de Canstatt resume uno de los principales reclamos que caracterizó a la quinta Marcha Nacional en contra del Gatillo Fácil realizada hace unos días atrás: la necesidad de que las fuerzas de seguridad salgan a la calle mejor formadas y con mayor información a la hora de operar en el territorio.

Jasi llegó sin vida al hospital Carlos Bocalandro de San Martín el 26 de abril. Antes había pasado por la comisaría de Remedios de Escalada, en Tres de Febrero, luego de que un grupo de policías lo redujeran en la casa de un vecino en la localidad de Loma Hermosa. Al parecer, el muchacho había tenido un brote psicótico, comenzó a sentirse perseguido y vociferaba que lo querían matar. En ese estado, logró entrar a varias casas, sin lastimar a nadie, hasta que se encerró con llaves en el lavadero de una vecina.

«Llegaron diez policías en cinco móviles. No había ningún mediador. Él estaba solito, reventaron la puerta y se lo llevaron encapuchado, desvanecido», pudo reconstruir Laura. «El patrullero en el que lo llevaron hizo otro recorrido que el resto. Además fueron a la comisaría en vez de ir directo al hospital. No tuve ni la oportunidad de darle un beso de despedida a su cuerpo tibio. Desde la comisaría me llamaron a la madrugada para decirme que les llevara el DNI porque se querían hacer cargo del sepelio. Todo muy raro», recuerda.

La autopsia estableció que murió por «paro cardíaco traumático, hemorragia subaracnoidea, originado por traumatismo cráneo encefálico». El muchacho tenía muchos golpes en la cara, los pómulos, la frente, la boca, los dientes y un corte en la nariz. En un principio, la causa fue caratulada como «robo agravado con escalamiento y averiguación de causales de muerte». Ahora, sólo se investigan las razones de la muerte.

Fuentes judiciales confirmaron a Tiempo que por el caso de Jasi no hay agentes ni civiles imputados. La Justicia sostiene aún la versión policial de que Sergio fue linchado por los vecinos y que se cayó de una de las medianeras. La actitud del Ministerio de Seguridad bonaerese fue diferente, pero tarde: separó a una decena de policías y abrió sumarios internos. Sin embargo, la medida llegó luego del crimen del músico Cagliero. Un caso que ganó notoriedad por el encubrimiento que intentó realizar la policía y el apoyo que les dio en su momento el intendente Diego Valenzuela.

«Cuando se llevaron a Sergio en el patrullero, Canstatt iba con él en la parte de atrás. Cuando me enteré de lo que le pasó a Diego, recordé el nombre, corrí a ver la causa y se me erizó la piel. Porque si lo hubieran desafectado cuando mataron a mi marido, no habría estado para dispararle diez veces ese día”, dijo la viuda de Sergio.  «