A plena luz del día y en el medio de una calle de San Miguel de Tucumán, estalla en el aire un fuego artificial. El ruido estremece al barrio. Sacude la siesta de los vecinos. El festejo corre por cuenta de un hincha de Atlético Tucumán. Acaba de enterarse que la Conmebol confirmó un cupo más para la Argentina en la Copa Libertadores 2017 y entiende que esa plaza le corresponde a su equipo, como mejor tercero del último torneo.

El video del festejo se viraliza. Es viernes 14 de octubre y para los hinchas del Decano comienza una vigilia histórica que los mantiene en estado de éxtasis. Y de ansiedad. «Acá está todo convulsionado. Estamos sufriendo. Esperamos que no haya nada raro», dice Jorge Romano, de 48 años, hincha del Decano, como sus cinco hijos.

Es jueves 20 de octubre por la noche y la pirotecnia ahora explota de a montones. Una multitud se congrega en Plaza Independencia, uno de los puntos turísticos principales de la ciudad de poco más de medio millón de habitantes. Los hinchas cantan, se imaginan en la Libertadores, fantasean con los viajes por Sudamérica y se multiplican las cargadas contra San Martín, el clásico rival. El mensaje del banderazo tiene un destinario claro: la AFA y la sinuosa actuación de la Comisión de Regularización que mantiene la decisión en suspenso. El lugar en el torneo internacional todavía no está confirmado.

Independiente también lo reclama e incluso Racing se animó a mandar una carta con un argumento extravagante: que el ingreso se defina según las posiciones en la tabla de promedios.

La mitad celeste y blanca de Tucumán vive una revolución. Atraviesa una semana que empezó con la segunda victoria de su historia en Avellaneda ante Independiente y termina hoy con el partido ante Boca, en el Monumental Jose Fierro. «Estamos expectantes. También estamos asustados: no queremos que nos acuesten», cuentan desde el club que regresó a Primera a mediados de 2015. El temor tiene sus argumentos. Atlético enfrenta a los gigantes en la disputa por quedarse con la sexta plaza para una Libertadores 2017 atípica para los equipos argentinos: San Lorenzo es el único de los grandes que tiene su lugar asegurado en la competencia que se jugará todo el año, de febrero a noviembre. Racing ya no tiene chances y las de Independiente descansan en el eventual desempate, la instancia que agitan desde Avellaneda, después de haber quedado eliminado de la Sudamericana.

Boca y River, en tanto, sólo podrían clasificar si salen campeones en la Copa Argentina.

En medio de ese panorama, el lunes pasado el equipo comandado por Juan Manuel Azconzábal tuvo su cupo confirmado por unas horas. La noticia estuvo en los portales, en los canales de televisión y en los diarios. Pero Armando Pérez, desde Bahrein, estiró la resolución y abrió un compás de espera hasta esta semana, cuando regrese a Buenos Aires.

«Los de Atlético y los de San Martín hablan del tema todo el tiempo. Es un delirio», cuenta Fernando Stanich, editor de la sección política del diario La Gaceta y socio del club centenario fundado en 1902. Como tantos otros, él ya empezó planificar el 2017 con su Atlético en la Copa.

«Estamos todos pendientes de la resolución porque creemos que se juegan nuestros intereses», refleja Pablo Jemio Portugal, ex futbolista y actual entrenador de la Séptima División del club. «Yo me crié acá, como jugador y como hincha. Por eso, parar, mirar para atrás y ver el camino recorrido es increíble», agrega el ex mediocampista que debutó en 1992 en el Decano.

La resurrección del club, el primero del Norte del país, comenzó en junio de 2008 cuando dio una vuelta olímpica después de 22 años sin festejos para concretar al regreso a la B Nacional. Luis Rodríguez convirtió uno de los penales en la definición ante Racing de Córdoba que le dio el título al Decano. El Pulga, acaso el jugador más importante de la historia de los tucumanos, todavía sigue en el club. Acumula once temporadas desde su debut en 2004, sólo faltó en la 2010/2011 cuando tuvo un paso fugaz por Newell’s. Lleva convertidos 105 goles para situarse como el segundo goleador de Atlético de todos los tiempos. Algunos de esos gritos lo llevaron a la Selección nacional en 2009, convocado por Diego Maradona.

«Se parece a mí en picardía», explicó Diego sobre la citación. El diminuto delantero también tuvo un rol protagónico el año pasado, en el ascenso a Primera bajo la dirección de Azconzábal, otro hombre clave en la historia reciente del Decano: como jugador, el Vasco fue uno de los defensores del plantel que subió a la A en 2009.

«Jamás estuvo la idea de poder participar en la Libertadores. Nunca lo imaginamos. El mayor anhelo era lograr la permanencia. Ni el más optimista pensaba que se iba a dar una campaña como la del torneo pasado», se sincera Jemio Portugal sobre el presente de Atlético, el equipo que está en un limbo propiciado por el desconcierto -otro más- que emerge desde la AFA. «Esto es como en el boxeo: al campeón, el retador lo tiene que noquear para que le den por ganada la pelea. Aquí es lo mismo: ganamos por puntos pero los árbitros dudan de darnos la plaza porque desbancamos al poderoso», dice Stanich para graficar la disputa abierto por el sexto cupo a la Libertadores.

«Señores de la AFA, si escriben con la mano, no borren con el codo», fue uno de los tantos carteles que levantaron los hinchas en el banderazo del jueves en Plaza Independencia. La frase, a su vez, pone de manifiesto el ninguneo hacia los hinchas que existe desde las oficinas de Viamonte 1366. Ese destrato que, por caso, juega con el sueño genuino de los hinchas de a pie, como Romano: «Queremos ir a Brasil y dar el batacazo en la cancha del Corinthians. Yo agarro el auto y me voy.»