Desde que dejó su banca de diputado nacional, Ricardo Alfonsín acentuó los cuestionamientos, que ya venía realizando, al rumbo impuesto por el gobierno nacional y la «actitud pasiva» de la UCR frente a varias de las políticas del presidente Mauricio Macri. 

El dirigente radical, transformado casi en la única voz disidente del partido centenario, habló con Tiempo Argentino, recorrió varios temas de actualidad y dejó definiciones picantes. «Son más riesgosos los CEOs que los familiares», dijo, respecto del decreto supuestamente «antinepotismo» impulsado por el presidente Mauricio Macri. «Estoy totalmente en contra de la reforma laboral», destacó, en una semana marcada por la marcha que el próximo miércoles protagonizará el camionero Hugo Moyano junto a otros gremios.   

–Para empezar, ¿le parece un punteo sobre varios temas de actualidad? 

–Por supuesto. 

-La reforma laboral. 

-Estoy totalmente en contra. No puede ser que cada vez que hay algún problema económico la receta sea usar a los trabajadores como chivo expiatorio. Y que se diga que si se deterioran los derechos de los trabajadores habrá más inversiones. Lo cierto es que esto al final nunca se cumple, la crisis se repite y se vuelve a proponer la misma fórmula. Hay que cambiarla. ¿Por qué no probamos invirtiendo más en ciencia y tecnología y fortaleciendo el mercado interno, por ejemplo?

–El caso Chocobar.   

–El Estado debe someterse al Estado de Derecho. Cuando hay dudas las debe resolver la Justicia. No se puede hacer otra cosa. Es muy riesgoso. 

–La posición frente a Venezuela. 

–Mi visión es más cercana a la que tenía la excanciller Susana Malcorra. No hay duda de que ahí hay una degradación de los valores democráticos. Es algo que habita dentro del gobierno y en muchos sectores de la oposición, aunque la responsabilidad siempre es mayor en quien detenta el poder. Lo que me parece es que habría que tratar de ayudar. La posición dura, asumida por el gobierno argentino, lo inhibió completamente de poder participar en una mesa de diálogo que busque una salida al conflicto. Para mí hubiese sido mejor asumir una postura que nos permita ser parte de los que auspician una mesa de diálogo, como hicieron otros países.

–Estas definiciones marcan profundas diferencias con el gobierno de Macri después de más de dos años… 

–Lo primero que yo cuestiono es el rol de mi partido en Cambiemos. No hizo lo que debería haber hecho, ni lo que se había anunciado que se iba a hacer cuando los que impulsaron este acuerdo ganaron el debate interno. Habían  prometido que el radicalismo iba a hacer oír su voz, que marcaría las diferencias que teníamos con el PRO para influir en el rumbo de la gestión. Hay una idea que es dominante en el PRO y es que lo mejor que puede hacer un gobierno es no intervenir en la economía, ni regularla, dejar que las fuerzas del mercado la organicen. A nosotros la experiencia nos demuestra que esto no funciona. Si miramos todos los indicadores, estamos igual o peor que en 2015. Yo no hablo de intenciones. No atribuyo malas intenciones a nadie. Hablo de ideología. Creo que gran parte de los errores del gobierno radican en esa concepción ideológica de que lo mejor que puede hacer el Estado es no intervenir.   

–Una de las razones que esgrimieron los dirigentes radicales que impulsaron esta alianza (entre los que Alfonsín no estaba ya que se oponía al acuerdo) fue que había que recuperar calidad democrática, supuestamente deteriorada. Sin embargo, hay muchos cuestionamientos al oficialismo por el lado institucional, no sólo por lo que ocurre con el Poder Judicial sino el uso de los DNU y otros temas… 

–Es algo que también le reclamo al radicalismo. Deberíamos seguir  reclamando el apego a las instituciones y a la Constitución que reclamábamos antes. Antes criticábamos el abuso con los DNU, el modo en el que estaba  integrado el Consejo de la Magistratura porque violaba los equilibrios previstos en la Constitución y le daba demasiado poder el Ejecutivo. Ahora, mi partido no dice nada sobre esto. 

–Uno de los debates de las últimas semanas es si está mal que haya ministros que contraten familiares como colaboradores…

–Si alguien es íntegro, apto, competente, y merece la confianza de un ministro, el hecho de que sea familiar no debería ser una razón para que esa persona no pueda trabajar en esa área del Estado. Esto se hizo para quedar bien con la opinión pública, que a veces puede creer que al no poder nombrar un familiar se garantiza mayor transparencia. Ahora, honestamente, debo decir que a mí me preocupan más los parientes de las empresas, por decirlo de algún modo. Me parecen potencialmente más riesgosos los CEOs que los familiares. No digo que sea necesariamente sea malo. Pero si el objetivo es prevenir riesgos, me parece que hay más peligro de conflicto de intereses en el caso de los CEOs que en el de los familiares.

–¿A qué atribuye la actitud acrítica de la dirigencia radical?

–Es la primera vez que el radicalismo forma parte de un frente en el que es aliado pero en el que no está a la cabeza. Esto puede influir. Por otro lado me parece que el PRO se manejó con el ensayo y error. Se tomaron decisiones, el partido no reaccionó y entonces se profundizó la práctica. Pero la principal responsabilidad fue de la UCR. Este frente tiene una debilidad de nacimiento y es que no tuvo un acuerdo programático. Eso se podría haber solucionado creando un espacio de debate por el que pasaran las principales políticas que se iban a llevar adelante. Creo además que hay temor de que manifestar las discrepancias genere problemas de gobernabilidad. Yo pienso que son las políticas equivocadas las que afectan a cualquier gobierno. «