El gobernador cordobés Juan Schiaretti y el presidente Alberto Fernández afrontarán este domingo el primer examen electoral desde que el mediterráneo fue reelecto en mayo y el porteño venció en las generales de octubre de 2019. Será en Río Cuarto, la segunda ciudad más importante de la provincia, ubicada 214 kilómetros al sur de la capital y uno de los núcleos políticos y productivos de la pampa húmeda. Con una población de 190.000 habitantes y un padrón de 136 mil electores, la localidad elegirá nuevo intendente y renovará todo su Concejo Deliberante en un comicio que, por la Carta Orgánica Municipal, debe ser realizado por separado de las elecciones nacionales y provinciales. 

En esta oportunidad los riocuartenses podrán elegir entre ocho candidatos a jefe comunal y 152 aspirantes para renovar las 19 concejalías, que serán cubiertas en forma proporcional al resultado. También habrá un plebiscito que consulta sobre la reforma de dos artículos de la constitución local.

Para Schiaretti y Fernández el desafío estará concentrado en el intendente Juan Manuel Llamosas, que buscará un segundo mandato bajo el signo de Hacemos por Córdoba, la marca del oficialismo provincial. Juntos por el Cambio se encolumna detrás de la candidatura del radical Gabriel Abrile. Se trata del primer intento de Juntos por el Cambio para remontar la derrota de las dos elecciones del año pasado y concretar un nuevo intento para recuperar un distrito que la UCR gobernó durante doce años, hasta que Llamosas obturó su continuidad, con el activo apoyo de José Manuel de la Sota. El tres veces gobernador había elegido a Río Cuarto como su segundo hogar hasta que se murió en un accidente automovilistico el 15 de septiembre de 2018. «El Gallego» nunca perdió de vista la importancia estratégica del «Imperio del Sur» en el intrincado escenario electoral provincial. Este será el primer round de esa localidad sin su intervención. Por esa razón, en Balcarce 50 advierten de la importancia «política y emocional» que tiene esa elección para el oficialismo. No descartan una visita del presidente ante una eventual victoria.

Si no fuera por la nueva relación que une a Schiaretti con el Gobierno, la pelea de Llamosas por un segundo mandato no sería un examen para ambas administraciones. La reconstrucción del vínculo que empezó Fernández el año pasado fue continuada por Eduardo «Wado» de Pedro apenas asumió como ministro del Interior. A principios de este año las elecciones riocuartenses aparecían como una prioridad urgente para la Rosada. Estaban planificadas para el 29 de marzo, pero el impacto de la pandemia obligó a sus autoridades electorales a impulsar dos postergaciones, hasta definir este domingo como el día elegido para utilizar un sistema electoral con boleta única de papel, que esta vez funcionará bajo un estricto protocolo sanitario. Implicó un incremento de escuelas y centros de votación para garantizar el acceso al cuarto oscuro con el distanciamiento necesario.

La pandemia frenó el calendario electoral, pero la campaña de los ocho candidatos no paró desde principios de año. Llamosas conquistó su primer mandato en junio de 2016 con una diferencia de 14 puntos. La pandemia, su impacto económico, una campaña permanente y la gestión de la crisis sanitaria redujeron esa ventaja. Ahora el schiarettismo la ubica en cinco o siete puntos. En Juntos por el Cambio se adjudican la misma cifra, pero a favor de Abrile, mientras pronostican una performance «mucho mejor» que la derrota en 2016.

Llamosas cuenta con el apoyo de todo el aparato del peronismo cordobés. Su lista combina a todos los sectores internos, con el kirchnerismo incluído. En los últimos meses su administración recibió el viento de cola del gobierno provincial y también de la Nación para llevar adelante obras y afrontar la crisis sanitaria que afectó el humor de la cabecera del sur provincial. Son los mismos componentes que alimentaron el acercamiento entre Schiaretti y Fernández y derivaron, entre otras cosas, en la participación del cordobés en el último congreso del PJ, algo que no sucedía en los últimos nueve años.

El duelo de Llamosas y Abrile encierra el duelo de las dos principales fuerzas políticas a nivel nacional, pero es sólo una parte de las boletas que este domingo estarán en el cuarto oscuro. También compiten: Eduardo Scoppa, del partido vecinalista Riocuartenses por la Ciudad, Pablo Carrizo, del Frente Política Abierta, Lucía de Carlos del partido «Respeto», Guadalupe Fantin, por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), Marcelo Ljubich encabeza la lista de la UCeDé y Mario Lamberghini la del Partido Libertario.

El comicio concentra mucha atención en «El Panal», la sede del gobierno cordobés. Schiaretti viene de afrontar una derrota en las elecciones municipales de la localidad de Morrison. La intendenta interina Eliana Lumello, de Hacemos por Córdoba, perdió frente al vecinalista Gustavo Reitano. El PJ perdió el control de un distrito con 4.000 habitantes que gobernó desde 1999. Su población es casi un barrio ante los 190.000 de Río Cuarto, pero la caída del schiarettismo en esa localidad encendió las alarmas. También en la Casa Rosada. Si el peronismo retiene Río Cuarto, el resultado será capitalizado por el «cordobesismo» que conduce Schiaretti, pero también por el Frente de Todos. «Río Cuarto puede ser la probeta de una consolidación de la relación con Schiaretti. Llamosas es el candidato de unidad, pero también un respaldo a la estrategia elegida por el Presidente y CFK, ampliar el peronismo y sostener esa unidad en el tiempo», definió un observador de la Rosada que sigue la evolución del comicio.

En la coalición opositora no ocultan su entusiasmo. Un segundo lugar por escasa desventaja es la primera opción que arriesgan en el comité de campaña local. Y por momentos se ilusionan con derrotar al peronismo. Pero admiten que vienen de un 2019 traumático: nunca pudieron disciplinar la convivencia entre macristas y radicales, tampoco pudieron consensuar un candidato a gobernador que le hiciera sombra a Schiaretti. El duelo entre dos radicales, como el diputado nacional Mario Negri y el entonces intendente capitalino Ramón Mestre, dividió la base electoral opositora, fortaleció al cordobesismo y fue el preludio de otro revés: la pérdida de un histórico bastión radical, como la Ciudad de Cordoba, en manos del peronista Martín Llaryora. Tres años antes habían perdido Río Cuarto.