El flamante bicampeón del Mundial femenino, Estados Unidos, no estará en los Juegos Panamericanos. Tampoco lo hará Brasil, campeón de la Copa América. Ni siquiera estarán otros dos seleccionados que el mes pasado disputaron la máxima cita, Canadá y Chile. Ante ese panorama, Lima 2019 asomaba como una gran oportunidad para que Argentina vuelva a conseguir un título tras 13 años. Sin embargo, la decisión del entrenador Carlos Borrello de dejar afuera a las principales figuras del equipo y la posterior interna que desató la reacción de las jugadoras excluidas abren un interrogante a días del torneo.

La durísima carta abierta que publicó el lunes la capitana Estefanía Banini, que fue acompañada casi al unísono por textos muy similares de las también apartadas Ruth Bravo y Belén Potassa, y de Florencia Bonsegundo (quien rechazó su citación en solidaridad), expuso no sólo las enormes diferencias que existen entre las referentes del plantel y el cuerpo técnico, sino que volvió a poner sobre la mesa el debate sobre los recursos que reciben las jugadoras, aun cuando la actual cúpula de la AFA se autoproclama como «la conducción de la igualdad de género».

Así como Lionel Scaloni llegó al banco de suplentes de la Selección masculina casi por descarte, el arribo de Borrello también fue la salida fácil que encontró la dirigencia en medio de una crisis.

Cuando Claudio Tapia asumió la presidencia de AFA, en marzo de 2017, el combinado nacional de mujeres llevaba dos años sin actividad, no tenía ni siquiera DT y hasta había desaparecido del Ranking FIFA. Chiqui decidió desplazar de la Comisión de Fútbol Femenino a Salvador Stumbo, que llevaba 20 años en el cargo, y designó a Ricardo Pinela. Fue el presidente de UAI Urquiza (que en enero de este año renunció a su cargo en AFA) quien decidió el regreso de Borrello, que en ese entonces era el entrenador de su club, al que había llegado en 2012 luego de nueve años en la Selección.

Desde que asumió su segundo ciclo, el DT miró de costado los reclamos de las jugadoras. En septiembre de 2017, cuando comenzaron una huelga en reclamo del pago de un viático de $ 150, un vestuario propio y una cancha de césped natural para entrenar, no se expresó al respecto. Ni siquiera habló cuando dos históricas del plantel como Florencia Quiñones y Elisabeth Mining decidieron renunciar. Tampoco opinó el técnico luego del histórico «Topo Gigio» que hizo el plantel en la Copa América de Chile del año pasado, en reclamo de ser escuchadas: una de las que encabezó aquella protesta, la arquera Laurina Oliveros, perdió muchísima consideración para el entrenador y no fue convocada al Mundial.

Tras el conflicto de esta semana, Borrello decidió suspender todas las entrevistas que tenía pautadas y el viernes dio su versión: «Están enojadas las chicas, qué va a hacer. Yo estoy para tomar decisiones. Mi proyecto es para el próximo Mundial y quiero probar jugadoras, no voy a descubrir a Ruth Bravo o a Banini». Su respuesta no convenció: las desafectadas fueron las que llevaron la voz cantante en una reunión interna del plantel en el Mundial y en la que las futbolistas coincidieron en que el actual DT no es el hombre indicado para conseguir el salto que, quedó claro, el equipo está listo para dar.

Mientras tanto, desde la AFA reina el silencio. Aunque, a veces, no hace falta decir demasiado: el miércoles, Tapia visitó la práctica del equipo en Ezeiza y charló con Borrello. Un rato después, la foto del diálogo entre ambos apareció en la cuenta oficial de Twitter de la Selección.