Nuevamente hoy, como al inicio de la década del 30 del siglo XX, cuando las minorías que usufructúan las mieles del sistema capitalista se ven amenazadas, tiran al canasto de los desperdicios la democracia, la libre competencia, los valores republicanos, la separación de poderes, la “virtuosa” alternancia del poder, las más elementales normas de derechos humanos, el diálogo y los buenos modales, y recurren al fascismo.

En aquel momento la excusa para someter a los pueblos fue el totalitarismo soviético que los desafiaba y amenazaba, con su ejemplo, levantar a la clase obrera mundial para ir hacia un mundo sin explotados ni explotadores. Hoy es otro peligro rojo, acusado de robo de propiedad intelectual, competencia desleal, vulnerar los derechos humanos, espiar con su extraordinario avance científico tecnológico y sobre todo tener la osadía de haber terminado con la pobreza extrema en su territorio. La herejía intolerable es que ese éxito, que pertenece a la humanidad, lo haya conseguido un Partido Comunista en el país más poblado de la tierra.

El estado profundo y los tanques de pensamiento del corazón del imperio anglosajón han llegado a la conclusión de que el enemigo a derrotar es el País del Centro. Apelan a la fórmula que mejor manejan: amenaza, sanciones, bloqueos y ejerciendo el poder militar, ya que están siendo derrotados en el aspecto económico, financiero y tecnológico. Los gigantes de la tecnología occidental GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) están siendo desafiados y derrotados por los BATXH (Baidu, Alibaba, Tencent, Xiaomi y Huawei) de origen chino. Hollywood cede ante Confucio, “Masha y el oso” y las aplicaciones de Tik Tok son más requeridas que las mutaciones de Superman.

Ante ese escenario los cerebros de Washington y Londres decidieron poner manos a la obra y atacar con ferocidad al que suponen el eslabón más débil de la alianza sino-rusa. La agresividad contra el país eslavo es feroz: sanciones económicas, cerco militar, agresión mediática, intromisión en asuntos internos. El flamante presidente Biden, “haciendo un aporte para pacificar el mundo”, acaba de responder afirmativamente a la pregunta de un periodista de la cadena ABC New sobre si él creía que Putin es un asesino. En la misma entrevista no se privó de amenazar a Rusia con tomar medidas de represalia por haber participado en favor de Trump en las elecciones del 2020 sin tener ninguna prueba, como cuando invadieron Irak en 2003. Insólitas declaraciones solo comprensibles desde la desesperación que se apodero de la Casa Blanca para recuperar un liderazgo definitivamente evaporado. La decisión unánime del poder profundo es actuar ahora o en pocos meses/años será tarde. La pandemia ha demostrado con suficiente elocuencia tanto la decadencia de occidente como la suficiencia de la potencia que será la que impulse el destino de la humanidad hacia un mundo multipolar multilateral, solidario y cooperativo.

Llevados por urgencias geopolíticas y la necesidad de sumar fidelidades internas, los asesores del poder del Norte Global pueden cometer un error de cálculo fatal. No deberían olvidar que en las tierras de Gorki y Makàrenko cayeron derrotados los ejércitos más poderosos que conoció la humanidad en su momento.

El poder concentrado del complejo industrial-militar-financiero del norte anglosajón está jugando con fuego al provocar a la Federación Rusa llevando a la humanidad al borde del peligro de extinción. Deberían reflexionar sobre un dato de la historia reciente: el único sector que quedó a salvo de la debacle soviética en 1991 fue el Departamento de Desarrollo Nuclear del Ejército Rojo de la ex Unión Soviética.

Siendo que la política es relación de fuerzas, es esperable que la diplomacia rusa y la sabiduría china logren evitar caer en la “Trampa de Tucidides”. Los pueblos europeos, latinoamericanos y africanos tenemos la palabra. Debemos revitalizar todos los movimientos por la paz, pronunciarnos, denunciar a los que atizan la guerra y tomar parte para evitar una catástrofe que puede terminar con la vida en el planeta.

La única manera de desvanecer el peligro de guerra es crear las condiciones, desarrollar la solidaridad y la cooperación internacional, para que los fascistas que gobiernan el poder central del mundo capitalista lleguen a la conclusión que van a perder más declarándola que negociando la paz.

En esta etapa crucial de la transición la tarea esencial es la lucha por conservar la paz.