Los nombres que se barajaron estos días, y que a la vez habrían pasado por la lupa examinadora de Armando Pérez, fueron Edgardo Bauza, Miguel Russo, Jorge Sampaoli, Marcelo Bielsa, Mauricio Pochettino, Diego Simeone, Marcelo Gallardo, Carlos Bianchi, Eduardo Berizzo, Nery Pumpido, Jorge Burruchaga y Ramón Díaz. Incluso en las últimas horas se supo que el actual presidente de la Comisión Normalizadora de la AFA le habría ofrecido a Ricardo Caruso Lombardi un puesto de conducción de una suerte de seleccionado local. «Salvo Simeone, con el resto estoy en la misma línea. La gente me pide por la calle, soy el técnico del pueblo», dijo, con su lógica, el tan controvertido entrenador de 54 años, quien el domingo por la noche, hasta dejó su propio programa para reunirse con Pérez. La versión asegura que el madiático técnico fue a fondo para procurar la selección mayor y que su interlocutor le frenó los ímpetus. Tal vez porque ya tenía decidido el nombre que anunciaría en el anochecer del domingo.


Ese nombre que surgió de una lista muy heterodoxa y que lleva a preguntar cuáles fueron los reales argumentos por los que se eligió al sucesor de Gerardo Martino. Se puede decir que Edgardo Bauza, Miguel Russo y seguramente Diego Simeone pertenecen a una línea futbolística más resultadista y que Sampaoli se encuadra en el Bielsismo, lo mismo que Eduardo Berizzo. El fútbol que pretende Marcelo Gallardo y posiblemente también Mauricio Pochettino, está en límites muy cercanos a ellos. Y que Ramón, más allá de las circunstancias también es un entrenador de los llamados “ofensivos”.

Los hay de todo tipo en esta lista. Los hay intuitivos, “trabajadores”, algunos cercanos a otros, en ciertos casos en las antípodas de sus colegas. Probablemente esta mezcolanza sea, en realidad, producto de una confusión, la que emana de la organización madre: hoy la AFA es un gran lío, un desorden descomunal.