Bogotá, Colombia

Tras 52 años de conflicto con las FARC, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, querría ver «tras las rejas» a los guerrilleros responsables «de crímenes atroces», pero está «ciento por ciento» convencido de que «siempre es mejor una paz imperfecta que una guerra perfecta».

En entrevista con AFP, el mandatario confesó que le costó «asimilar» que «por fin» se alcanzó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) luego de arduas negociaciones desde 2012 en Cuba.

Y fueron las víctimas de la guerra interna -unos ocho millones de colombianos- quienes le dieron una «gran lección de vida» y lo impulsaron a perseverar en el diálogo.

Santos negó que con el pacto Colombia se vuelva un país «castrochavista» como aseguran sus opositores, los expresidentes C (2002-2010) y Andrés Pastrana (1998-2002). También dijo que «depende del ELN» (Ejército de Liberación Nacional, segunda guerrilla activa) instalar una mesa formal de diálogo antes del plebiscito del 2 de octubre, en el que los colombianos votarán «Sí» o «No» al acuerdo con las FARC.

– ¿Cómo se enteró del cierre del acuerdo con las FARC?

– Estaba en mi oficina, pendiente de los avances. A las 18H45 me llamó la canciller (María Ángela Holguín) desde La Habana. Me dijo: «Presidente, finalmente cerramos». Respiré profundo y me puse a pensar en todo lo que hemos hecho en tantos años. Dije: «Por fin, ¡qué maravilla!». Me demoré un poco en asimilar lo que había pasado, pero por supuesto, muy contento. Muchas cosas me pasaron por la mente, como en esas películas que van a mil por hora. Muchas figuras, muchas, pero sobre todo, un descanso. Finalmente, algo que mucha gente pensaba que era imposible, yo mismo pensé muchas veces que no iba a ser posible, haberlo logrado fue muy satisfactorio. Haber podido perseverar fue muy importante. 

– ¿Le gustaría ver presos a los guerrilleros?

– Por supuesto, a mí me gustaría ver tras las rejas a todos los que han cometido crímenes atroces. Pero prefiero la justicia transicional para que no sigamos produciendo más víctimas. Esa transacción no es fácil de aceptar para mucha gente, pero es necesaria si queremos la paz. Pensé que las víctimas iban a ser las más duras, porque han sido las que más han sufrido. Me demostraron cuán equivocado estaba. Las más generosas, las que más me han respaldado, las que más me han dicho: «Presidente, persevere, no desfallezca», han sido las víctimas. Eso ha sido una gran, gran lección de vida.

La paz de Santos y la paz de Uribe

– El historiador británico Malcolm Deas dijo que Uribe ofrece la paz que los colombianos quieren y no pueden tener y usted la paz que no quieren, pero podrían tener. ¿Coincide con él? 

– Ciento por ciento. La paz perfecta no existe, porque la paz perfecta implica la justicia perfecta y la justicia perfecta hace imposible la paz. Es una paz imperfecta, pero siempre, siempre es mejor una paz imperfecta que una guerra perfecta.

– Luchó mucho contra las FARC como ministro de Defensa de Uribe. ¿Por qué pasó de ser halcón a ser paloma?

– Nunca he sido ni halcón ni paloma. He sido siempre un abanderado de la paz. Y para que esa paz fuese posible había que negociar desde una posición de fuerza. Hice las paces con (el fallecido presidente venezolano Hugo) Chávez, mi enemigo acérrimo, no porque estuviera de acuerdo con él, sino porque quería que la región apoyara este proceso. No ha habido, creo, un colombiano que haya golpeado tanto a las FARC como este servidor. Y eso también me da autoridad moral frente a quienes no querían que se negociara. Involucré a los militares desde el principio en el proceso de paz y gustosos participaron. Eso es un aspecto clave.

– ¿Y por qué se oponen Uribe y Pastrana?

– No entiendo. Buscaron la paz desesperadamente. ¿Qué hace que dos personas que han sido los peores enemigos ahora estén juntos? ¿Será odio, envidia? Es una fuerza muy poderosa. Ojalá reflexionen, la puerta está abierta, siempre serán bienvenidos. ¡Qué bueno que pudiésemos entre todos construir esa paz que el país necesita! 

– ¿Colombia se volverá un país «castrochavista»? 

– Me acusan de neoliberal, de ser de la oligarquía, de derecha. Soy del extremo centro, y si me diferencio de algún modelo es del de Chávez. Se lo dije cuando hicimos las paces: «Usted tiene su modelo, yo tengo el mío (…) Peleemos con resultados». Y ahí están los resultados: mire cómo está Venezuela y mire cómo está Colombia. ¿Qué hay en el acuerdo con las FARC que haga pensar que estamos sembrando algo de ese modelo castrochavista? Absolutamente nada. 

– ¿Se puede instalar el diálogo con el ELN antes del plebiscito?

– Eso depende del ELN. Han mandado señales en esa dirección y yo les digo: «Perfecto, liberen a los secuestrados».