La erupción de un volcán no se produce de un día para otro. Antes deben ocurrir una serie de fenómenos físicos y químicos para que se produzca la explosión liberadora de gases y magma. Este hecho natural tiene cierto paralelismo en la política. Hay diferencias no menores como la capacidad de daño, el control de algunas variables, pero sobre todo, la posibilidad de predecir cuándo se va a producir la crisis. Algo de eso está sucediendo en el universo peronista donde, con el correr de los días, se hace más próxima la separación entre el Partido Justicialista y el kirchnerismo. No será esta semana pero agosto es un mes clave.
El PJ que conduce José Luis Gioja no es un espacio de fácil manejo. Hay intereses y necesidades contrapuestas. Eso sí, hay un eje aglutinador y es la imprescindible necesidad de diferenciarse de Cristina Fernández y todo lo que gira a su alrededor. Desde el partido sostienen que la gota que rebalsó el vaso fue el respaldo expresado a Hebe de Bonafini el pasado jueves, cuando el juez Marcelo Martínez de Giorgi intentó detenerla. «No se puede avalar que una persona se resista a cumplir con la ley», se quejó un operador partidario.
Las diferencias no son recientes y la decisión de que a nivel parlamentario se conformen bloques diferenciados del FPV tiene un tiempo. Se fue dilatando sólo por aquello de encontrar la oportunidad, el mérito y la conveniencia necesarios para concretarlo. Desde el PJ se anuncia que esta semana se realizarán una serie de reuniones «informales y con agenda abierta» para ir preparando de manera definitiva la reunión del Consejo Nacional del partido.
Una reunión que, vale decirlo, ya sufrió varias postergaciones. Ahora dicen que será en el transcurso de agosto y allí se habilitará por fin la separación. Eso sí, también sostienen que habrá un espacio para la autocrítica que tendrá como principales destinatarios a los gobernadores. A estos les achacan demasiada debilidad ante los avances del gobierno nacional. Una crítica que unifica tanto a pejotistas como a kirchneristas. De hecho un senador nacional más afín a CFK afirmó que los gobernadores son «cobardes» y llegan a aceptar que el Estado Nacional se comprometa a transferirles 37 mil millones de pesos cuando a los gremios les prometieron 30 mil millones. «¿No se dan cuenta de que los están cagando», se quejó ante Tiempo. Otro hombre, más del riñón del partido, prefirió sentenciar: «No tenemos el policía malo, los gobernadores son todos policías buenos.»
En tanto, el kirchnerismose concentra en mantener el esquema de denuncia y freno a las medidas antipopulares de Macri. Una razón que los llevará a no mover un dedo por evitar que el «pejotismo» se retire del bloque. Mientras, aunque suene paradójico, abrirá sus puertas para construir nuevas mayorías, tal como CFK lo dijo en estos últimos días.
Unos y otros se plantean conseguir esas mayorías que sirven, en el corto plazo, para ganar elecciones, pero que obligan a responder bajo qué proyecto político. Desde el kirchnerismo eso está mucho más claro, pero desde el PJ no. Coinciden sí en que hay que sumar a todos, a Sergio Massa, Diego Bossio y hasta la CGT. Por caso, los hombres del partido sueñan con una foto de la central obrera unificada en la sede nacional del PJ. Pero nada indica que el proyecto que pueda llegar a ofrecer el PJ sea muy similar al que promueve la ex presidenta. No porque sean malos sino porque en rigor están demostrando sentirse cómodos en versiones más tibias del modelo nacional y popular.
Por ahora, y más allá de la inminente fractura en el Congreso, leyes como la reforma política o el freno al tarifazo, propuesto para esta semana, los mantendrá unidos en la acción. «