A las 19, la hora de la convocatoria para inaugurar la muestra de obras de León Ferrari en Tiempo Argentino, el subsuelo de La Libre. Arte y Libros, donde se realizó el acto de apertura, desbordaba. Pero el flujo fue incesante y continuó mucho más allá de esa hora. El espacio estaba colmado y la gente se ubicó en la escalera, se sentó en el piso y hasta permaneció en el piso superior a la espera de poder entrar. Como muy pocas veces sucede en los actos de apertura de una muestra, que suelen ser más bien burocráticos, se generó, pese a la gran cantidad de personas, un clima de cálida intimidad.

Los expositores, la licenciada en Arte Andrea Wain y el director del Museo Nacional de Bellas Artes Andrés Duprat, que conocieron y trataron a Ferrari, se refirieron a él no sólo desde su condición de artista, sino también de persona. “Las obras de León –dijo Duprat- demuestran que era un gran artista y mucho más. Yo aprendí mucho de él, pero no de arte, sino de cómo pararme en la vida, de qué significa el compromiso, de actuar según las convicciones que uno tiene. Además, era alguien absolutamente generoso y humano.”

Para contarle al público quién fue Ferrari eligió leer una serie de citas del propio artista muy representativas de su forma de ser en el arte y en la vida y también de su gran sentido del humor.” “El universo es un fracaso -leyó- viene Dios y trabaja millones de años construyendo un rebaño para que lo adore en esta perfección en la que uno piensa algo y encuentra las palabras para decirlo y otros lo entienden. Millones de años laburando a pesar de ser omnipotente para lograr esto. ¿Para qué? Para que en 10 o 15 minutos Satanás, una creación de Dios, se disfrace de víbora y lo arruine todo. El Universo es un fracaso completo. Para colmo, lo hizo fracasar una de sus creaciones y encima lo siguen vendiendo como una maravilla.” 

La segunda cita fue: “Creo que nuestra civilización está alcanzando el más refinado grado de barbarie que se registra en la historia, porque me parece que por primera vez en la historia se reúnen todas estas condiciones de barbarie. El país más rico y poderoso invade a uno de los menos desarrollados, tortura a sus habitantes, fotografía al torturado, publica las fotografías en sus diarios y nadie dice nada. Hitler tenía todavía el pudor de esconder sus torturas. Johnson ha ido aún más lejos: las muestra. Si existe o no existe un dios eso es secundario. Para mí lo que cuenta es que ese dios existe y existió hace miles de años en la cabeza de la gente. Me interesa ese dios bíblico tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento y esa traducción singular que la gente hace de los libros sagrados que son terribles y tienen una crueldad sin límites. El mismo Jesús es un personaje que sólo se salvaría por el lado psiquiátrico. Si alguien dijera ante un psicoanalista las cosas que se supone dijo Jesús, el diagnostico sería de paranoia y esquizofrenia. Solamente así se entendería el disparate de alguien que nos condenó a la tortura eterna.” 

Y agregó: “El peor pecado para el cristianismo luego del homicidio es hacer el amor por placer. Para esta campaña de la Iglesia, que es en definitiva a favor del Sida, hago este homenaje al preservativo que se trata de 120 botellas con gran variedad de cosas adentro. Si no nos sacamos de encima esta especie de racismo sexual, será difícil llegar a un pensamiento democrático. La democracia empieza en el culo. Que cada uno haga lo que quiera con su hueco.” 

En otra de las citas, Ferrari se refiere al escándalo que produjeron en su momento las declaraciones críticas de Maradona contra Juan Pablo II:  “Las declaraciones de Maradona sobre el Papa tienen la virtud de sacudir a una sociedad que permanece impasible cuando desde el Vaticano se dicen palabras bastante más agraviantes que las que aquél les dedicó, como las usadas por el pontífice cuando amenaza con el suplicio a los incrédulos. Si Maradona necesitó tomar una droga –sorprende que la defensa de la cabeza vaticana se haga con argumentos tan rudimentarios para decir lo que dijo- qué droga tomó Juan Pablo II para poder decir que el infierno existe y es eterno.” 

Las palabras del artista leídas por Duprat tuvieron el efecto de una invocación. Allí estaba Ferrari, de cuerpo entero, con su creativa irreverencia y con su libertad para plantarse sin pelos en la lengua contra las creencias instituidas. “A mí –concluyó Duprat- lo que me parece muy importante de León es que su obra no se esconde en un lenguaje hermético, que es uno de los males más grandes del arte contemporáneo. Si me preguntasen cuál es el primer mal del arte contemporáneo diría que es un arte absolutamente elitista, separado de la gente. Eso hace que exista gente como yo, mediadores. Eso hace que venga un salame a explicarte cómo abordar una obra de arte cuando en realidad el arte es una producción humana para que la entienda cualquiera. Obviamente, hay capas de lectura más complejas y menos complejas. León es un tipo cuya obra tiene un lenguaje absolutamente discernible y directo. Algunos lo criticaban por eso. Decían “ah, bueno, es literal”, pero la suya era una posición de alta generosidad y de no distraer lo que pretendía decir con sus obras. Por eso sus collages, tanto los escultóricos como los bidimensionales, generaron tanta urticaria en ciertos sectores de la sociedad. Recuerdo la gran muestra que curó Andrea Giunta en el Recoleta, que terminó en escándalo.»

«Eso lo que demostraba era cómo el arte de León no era para una elite ni estaba de ninguna manera hermetizado para decir cosas sin que nadie se dé cuenta. De hecho, los bárbaros que rompieron algunas de las obras expuestas recibieron el mensaje tal cual lo quería él. Eso a él le preocupaba muchísimo. Tengo mil anécdotas de sus muestras. Lo que siempre preguntaba era qué repercusión tenía, no para vender, que no le importaba, ni para que salga en el diario, sino para ver qué feed back había entre lo que él estaba proponiendo y la sociedad. Esa muestra del Recoleta por el que él sufrió y sufrimos muchos, llegó a ocupar no sólo los suplementos dominicales de Cultura, sino que las primeras planas poniendo en la cara problemas que la gente se hace la zonza y no quiere enfrentar.” 

A continuación Andrea Wain se refirió a la obra de Ferrari a medida que proyectaba imágenes de su producción en una pantalla. Lo primero que señaló fue  que entre todos los temas que le interesaron y que constituyen su obra, los diarios ocupan un lugar muy importante. “La relación de León con los diarios -dijo- no se circunscribe sólo a los diarios como materia prima para hacer sus obras, sino que tuvo una relación permanente con ellos durante toda la vida. Desde los años 50 todo el tiempo publicaba artículos, era un gran lector de diarios. Éstos forman parte de distintas historias en su trayectoria. En el momento en que censuran su obra referida a Viola y Videla y voltean tres cajas, hubo un artículo de Ernesto Ramallo en el Diario La Prensa que desestimaba las obras de Ferrari como obras de arte. A partir de esa desestimación él hace La respuesta del artista que forma parte del vínculo entre León y la prensa.»

 También mencionó la primera carta dirigida Juan Pablo II en la que le pide la revisión del Juicio Final. “Su inspiración viene –apunta Wain- de una artículo de La Nación de 1995 en que el Papa aparece en la Capilla Sixtina con las pinturas de Miguel Ángel pidiéndoles a los presente que miraran bien las imágenes y que reflexionaran sobre lo que significa el Juicio Final. Muchos de sus artículos aparecieron en Página 12.” 

Consignó también que cuando en 1965 decidió dejar la abstracción para dedicarse al arte político, lo hizo impulsado por una noticia del diario La Prensa. “La mayor parte de los trabajos realizados con lo diarios, dijo Wain, tienen una vertiente crítica. Su decisión de 1965 tiene antecedentes ya en el comienzo de los 60 con la serie de los Manuscritos. Recorta una noticia del diario, la pega en el centro del papel y luego transcribe textualmente la noticia en forma manuscrita a la que agrega un comentario personal.” En sus cuadernos de artista, explicó, “que son oro en polvo”, él dejó por escrito el procedimiento que usaría en el proyecto con diarios que pensaba desarrollar.” La exposición de Wain permitió no sólo revisitar obras de Ferrari, sino también conocer algo de la trastienda de su realización. Luego del brindis, los presentes se dirigieron a la Redacción de Tiempo Argentino ubicada a sólo dos cuadras para ver la muestra. 

Tiempo agradece la presencia de los dos destacados especialistas que se refirieron a León Ferrari no sólo desde su saber, sino también desde el afecto, lo que hizo que la inauguración tuviera una calidez poco frecuente. También a la Fundación Augusto y León Ferrari, que desde hace tiempo acompaña diferentes proyectos de diario cooperativo hecho por sus trabajadores, y a La libre que cedió generosamente su espacio. La muestra  puede visitarse de lunes a jueves de 14 a 19, en la Redacción de Tiempo Argentino, México 437, CABA.