Mientras el presidente Jair Bolsonaro despotrica contra el triunfo de Alberto Fernández en las primarias argentinas y su ministro de Economía, Paulo Guedes, amenaza con sacar a Brasil del Mercosur si es que el Frente de Todos gana la presidencial y propone alguna medida que vaya contra la receta neoliberal, el gigante sudamericano entró técnicamente en recesión luego de dos trimestres consecutivos de caída del PBI.

Como parte de esa misma receta que pretende obligar a su principal socio comercial, el propio Guedes pidió a los brasileños «un poco de paciencia» hasta pasar lo que considera una convulsión por el cambio de modelo económico. «Dennos uno o dos años. Denle una oportunidad a la democracia liberal. No trabajen contra Brasil, tengan un poco de paciencia.»

Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, el Indec de ese país) el PBI de ese país cayó un 0,2% entre enero y marzo y otro 0,13% entre abril y junio. Bolsonaro y su equipo asumieron el 1º de enero. El año pasado había crecido 1,3 por ciento.

El economista de la escuela de Chicago puso en marcha un rígido esquema sacado de los textos de Milton Friedman. Bolsonaro, en tanto, sostuvo esa línea económica, mientras por otro lado iba carcomiendo el modelo cultural que se instauró en el país desde la recuperación de la democracia, en 1985. En tal sentido, no solo atacó con ferocidad a los sectores progresistas y de izquierda, entre los que anota al detenido Lula da Silva y el partido por él fundado, el de los Trabajadores (PT), sino que atacó verbalmente y desarticuló los organismos creados para investigar crímenes de la dictadura y dio un giro de 180º en políticas medioambientales. Lo que además de todo, le generó una controversia diplomática con Alemania y Noruega.

Estos días se dio a conocer un informe del Sistema de Alerta de desmonte perteneciente al Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia (Imazon) donde se revela que en los últimos 12 meses se desmontaron 5054 kilómetros cuadrados de selva, un 15 % más entre agosto del año pasado y este mes. No hizo sino confirmar las cifras del organismo oficial, Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), que cuando se difundieron le costaron el cargo al director de ese organismo, Ricardo Galvão.

Fue en este contexto que Bolsonaro respondió a la requisitoria periodística proponiendo «hacer caca un día sí y un día no» para preservar el medio ambiente.

Ante esta provocación, Noruega, principal, sponsor del Fondo Amazonia, anunció el bloqueo de unos 33 millones de dólares destinados a la defensa de la selva amazónica, por considerar que Brasil rompió un acuerdo firmado en Oslo en 2008 por el cual ya se habían girado desde entonces 900 millones de dólares. «¿Noruega no es aquel que mata ballenas ahí arriba, en el Polo Norte? ¿Que explota petróleo también ahí? No es ningún ejemplo para nosotros. Que se queden con ese dinero y ayuden a Angela Merkel a reforestar Alemania», dobló la apuesta Bolsonaro. La canciller germana había anunciado una semana antes que abandonaba ese tratado ante el incumplimiento brasileño.

Como si esto fuera poco, el gobierno brasileño autorizó desde enero pasado el uso de 262 plaguicidas, la tercera parte de ellos prohibidos en la Unión Europea, lo que podría crear un problema adicional con Bruselas, ya que entre quienes en el viejo continente rechazan un acuerdo UE-Mercosur figuran los agricultores franceses y alemanes, que se quejan de que en esta parte del mundo los controles sobre agrotóxicos son más laxos que los que ellos deben respetar. Si el acuerdo que celebraron con tanta algarabía Macri y Bolsonaro a fines de junio se cae por esta política medioambiental, la culpa no sería por medidas proteccionistas de un eventual gobierno del FdT.

Mientras tanto, Guedes también tuvo que salir a explicar la caída en el precio de la moneda brasileña. Cuando llegó a su despacho en Brasilia, el real cotizaba a 3,80 por dólar. Este viernes cerró a 4. En un encuentro en el Instituto Brasileño del Petróleo (IBP), Guedes trató de calmar a los asistentes asegurando que los fundamentos de la economía son sólidos, y jurando que podrían incluso soportar que la moneda estadounidense llegue a los 4,20. «Ni siquiera una recesión en Estados Unidos nos preocupa», alardeó.

Las turbulencias por la guerra comercial EE UU-China afectan a la divisa creada en 1994, pero mucho más los cimbronazos por la crisis en Argentina. Quizás allí haya que hurgar para entender tanta pirotecnia contra F-F.

...

Rebote a la mexicana

El dólar en los mercados mexicanos cerró la presente semana en 19,93 pesos para la venta y 19,11 para la compra. Una semana antes, el viernes 9, estaba en 19,40, o sea más de medio peso menos. Pero a partir de este lunes comenzó a subir de tal manera que pocas horas después se situaba a 19,87 pesos.

Esta suba de la divisa norteamericana fue relacionada por los analistas como un rebote de lo que ocurría unos 8000 kilómetros al sur, en la Argentina, pocas horas después de las elecciones del domingo pasado. La mayoría de los medios periodísticos lo reflejaron así . Un titular de El Universal de mitad de semana fue elocuente: «Crisis argentina arrastra al peso y bolsas en México». Luego detalla: «El peso y las bolsas de valores en México fueron arrastradas por la crisis que vivieron este lunes los mercados de Argentina, luego de las elecciones primarias celebradas en ese país». Luego, explica que analistas de Citibanamex también relacionaron la depreciación cambiaria local con «las mayores tensiones políticas en Hong Kong». Después hace un análisis más general de la situación económica-política argentina y puntualiza que «presenta la segunda inflación más alta de América, solamente después de Venezuela y por encima de Haití, el país más pobre del continente».

El interés de esta repercusión cobra mayor sentido si se tiene en consideración que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien asumió el pasado 1 de diciembre, es de tinte progresista e incluso llegaron a tildarlo de «peronista». Por lo que, en principio, tendría muchas coincidencias con un eventual gobierno de Alberto y Cristina Fernández en Argentina.