Sean Monterrosa tenía 21 años. Estaba arrodillado, con las manos en la cabeza, desarmado, cuando un policía de Vallejo, California, lo mató a sangre fría. Sus padres son inmigrantes argentinos, y su familia reclama justicia en medio de un fuerte clima de protesta contra la violencia racial de la policía estadounidense, un dilema jamás resuelto que vuelve con furia y que ha puesto al gobierno de Donald Trump en una difícil encrucijada.

Los Monterrosa, que marcharon en California pidiendo que se esclarezca el caso, piden  que se permita acceso al video de una cámara de seguridad que muestra la posición en la que estaba Sean cuando recibió los cinco tiros del policía, que todavía no fue identificado, al salir del supermercado Walgreens, en Vallejo, a unos 50 kilómetros de San Francisco.

El asesinato se produjo el martes 2 de junio, una jornada en la que se habían producido múltiples protestas y también saqueos luego del asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minesotta. El perpetrador es, según la familia de Sean, un oficial mayor que disparó desde su auto, cuando el joven ya había respondido a la señal de alto y demostraba cooperar con el agente.

En medio del hermetismo de la investigación, fuentes policiales afirmaron que el oficial disparó porque creyó que Monterrosa hizo un gesto amenazante, como si sacara un arma de fuego de la cintura. Sean, que hacía trabajos de carpintería, llevaba un martillo en el bolsillo del buzo.

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Una de las hermanas de la víctima, Ashley Monterrosa, dio en el clavo cuando afirmó que «este es un problema negro y marrón», en alusión a la violencia racial que despliegan las policías de EE UU contra afroamericanos y también contra latinos. Al menos 19 personas de esas características fueron abatidas por la policía de Vallejo en la última década, uno de los índices de gatillo fácil discrecional en toda California.

Si bien no hay precisiones sobre la identidad del policía, diarios locales señalaron a Jarrett Tonn, que integra la lista de los “14 fatales”, como se bautizó en la marcha por justicia realizada en Vallejo a los agentes de esa ciudad que ya han disparado y aún matado a personas sin consecuencias legales.

Los padres de Sean son argentinos que llegaron a California en los ’90. Neftalí Monterrosa, el padre, era cirujano, y la madre es oriunda de Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz. Pero son sus hermanas, Ashley y Michelle, las que llevan adelante el reclamo de justicia, que a dos semanas del crimen pasan por la liberación de ese video que comprometería a la policía de Vallejo.