La inflación medida por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) se ubicó en el 2,7 por ciento, en enero. Esto coloca a la variación interanual (enero 2018 – enero 2019) en 48,7%. El jueves, el Indec publicará los datos oficiales.

En enero de 2018 –año que registró la inflación más alta desde 1991-, el alza oficial fue de 1,8%. En el mismo mes de 2017, la cifra fue de 1,3%. En 2016, la Ciudad de Buenos Aires estampó el número en 4,1%: el Indec se encontraba en “reconstrucción”. De refrendarse el porcentaje otorgado por la UMET, tendríamos el enero con la inflación más caliente desde 2016.

El informe, elaborado por el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) de la UMET, advierte que el porcentaje fue el impulsado por los ítems Turismo, Transporte público y Equipamiento del hogar.

Además, la canasta de consumo del 10 por ciento de la población que cuenta con menores ingresos tuvo un alza interanual del 50,5 por ciento. El ritmo de avance de los precios sigue en febrero y los próximos meses con aumentos de los servicios públicos y traspaso al mercado interno de aumentos de costos que todavía quedan pendientes de la devaluación y a la inercia heredada del año pasado. Economistas esperan para este año una inflación superior al 30 por ciento.

Esparcimiento (ítem vinculado al turismo) fue el gran impulsor del alza, al cerrar un 6,4%. Equipamiento de hogar subió un 3,3%. Transporte público mostró un alza del 2,6%. En tanto, Alimentos y bebidas alcanzó un 2%.

El IET hace la única medición por deciles, con el fin de apreciar qué segmento de la sociedad sufrió las subas más altas. Tal como ocurre desde la asunción de Mauricio Macri, el decil 1 (el 10% más pobre de la población) es el que se lleva la peor parte. La variación interanual se coloca en un 50,5%, para el segmento de la población con menores ingresos. Esto se debe al aumento en bienes y servicios que no se pueden dejar de consumir como el pan o la leche, que suelen ser los que más aumentan producto de la propia inelasticidad.