La productora Polka subió a sus redes sociales una fotografía que buscaba presentar su próxima tira, Separadas. De qué se tratará o cuáles serán las temáticas que abordará esta ficción poco se sabe y, sin embargo, la imagen fue suficiente para que varios usuarios levantaran la voz respecto de un problema que pareciera ser una constante en gran parte de la televisión y esa productora en particular: la falta de representatividad de cuerpos no hegemónicos. En la imagen que fue publicada se ve a siete mujeres jóvenes, algunas afligidas y otras desorientadas que, de acuerdo con lo que señalaron diversos usuarios de las redes sociales, personifican el canon del imaginario machista.

La crítica respecto de las construcciones simbólicas que tienen lugar en la industria cultural ha sido un reclamo de los movimientos sociales desde hace un tiempo. No obstante, la masificación del uso de las redes nos ha dado la posibilidad de romper con la histórica relación asimétrica que existía entre productores y consumidores, otorgándoles a los segundos el poder de reclamar por la necesidad de una representación más diversa y real.

Las primeras voces que se hicieron escuchar de forma masiva en redes partieron de la cuna del entretenimiento mainstream: los premios Oscar. En su 89ª edición el hashtag #OscarsSoWhite permitió visibilizar la falta de representación de personas afroamericanas, tanto en los elencos como en los equipos técnicos y artísticos. Este reclamo originado en Twitter llegó a llamar la atención de la Academia, resultando en la nominación de muchas más películas con elencos y equipos más diversos, y a alentar a aquellos espectadores que nunca se habían sentido visibilizados a orientar sus consumos de una manera mucho más crítica.

En la Argentina, también se ha manifestado la necesidad de actualizar las historias y los personajes que son elegidos para ocupar el prime time de la televisión local. De este reclamo, surgieron experimentaciones como 100 días para enamorarse, producida por Underground y emitida por Telefe, en donde cuestiones como la identidad de género, el acoso y la crítica al amor romántico fueron puestas sobre la mesa, aunque sin una contundencia significativa.

A priori, pareciera que Polka no advirtió (o no está interesado en) el advenimiento de una conciencia crítica en una porción de la sociedad que reclama modelos más acordes a la realidad social del momento. Sin embargo, resulta poco verosímil que una productora que realiza una inversión de las proporciones a las que acostumbra no haya evaluado el impacto que su creación puede llegar a tener en el público. La pregunta que se plantea aquí es ¿qué porción de la audiencia que se busca captar se negaría a sintonizar el canal a causa de la clara persistencia de sostener figuras simbólicas que ya han quedado caducas?

Cuando observamos los consumos audiovisuales es notoria la proporción de la audiencia que ha migrado al formato streaming, mercado liderado por los grandes conglomerados de medios estadounidenses. Mientras tanto, la porción del público argentino que sigue siendo fiel a la televisión apoya la ficción nacional, siendo Argentina, tierra de amor y venganza la propuesta líder con 14 puntos de rating; seguida por Huérfanas, serie turca importada por Telefe, con 9.7 puntos.

Es claro que la televisión argentina, cuya grilla es llenada por una limitada cantidad de productoras grandes, necesita cambiar drásticamente. Así como el movimiento feminista logró generar conciencia del tratamiento machista que se daba en los programas de noticias respecto de la violencia contra las mujeres, es que hoy también reclama porque esa premisa se traslade a la ficción.

Ahora, ¿por qué no se logra, aún con una creciente conciencia crítica y movilización en redes sociales, un cambio contundente en las formas de representación?¿Cómo es posible que la apuesta de la televisión local sea a perpetuar una gran cuota del status quo?

La respuesta remite a un interrogante respecto de dónde reside la potencia de cambio. Tenemos audiencias que cuestionan más pero persisten productos culturales que se prueban tan exitosos como encastrados en continuar apostando a los mismos modelos excluyentes.

¿Por qué la foto de Separadas nos mueve a resaltar la hipocresía de una industria que intenta contentar con poco a todos los públicos posibles? Porque la sociedad está cambiando. ¿Por qué no vemos producciones más arriesgadas que rompan definitivamente con la tiranía de la norma machista? Porque quizás no ha cambiado tanto como a veces nos gustaría creer.