La serie de Netflix Sex Education asume el desafío de tratar temáticas LGBT, la iniciación sexual, el aborto, los antiderechos, la pornografía, la masturbación, el sexting y lo complicadas que son las relaciones. Todo sin apelar a la solemnidad ni a una mirada moralista. Algo así como la ESI (Educación Sexual Integral), pero de la cultura pop.

A pesar de tratarse de una ficción inglesa, la producción de apenas ocho capítulos recurre a cierta estética propia de series estadounidenses. Modula el acento británico y centra la historia adolescente en un escenario con aire a preparatoria estadounidense. Se trata de una comedia de calidad tanto en guiones como en actuaciones, que al mismo tiempo no esquiva tratar temáticas históricamente difíciles para la ficción televisiva. La historia se centra en Otis (Asa Butterfield), un joven de 16 años introvertido y conflictuado por no haberse iniciado en el sexo ni sentir placer al masturbarse. Aun con su falta de experiencia, casi sin querer termina ocupando el rol de consejero sexual de sus compañeros de colegio. Desde allí se construye como un personaje sensible que acompaña las decisiones de los otros. Sus conocimientos, como don o como karma, provienen de la convivencia con su madre, Jean, una importante terapeuta personificada por la infalible Gillian Anderson. Una mujer desinhibida a la hora de hablar explícitamente de sexo, incluso con su hijo adolescente.

Otros dos personajes ganan la escena. Maeve (Emma Mackey) es la estudiante más inteligente y becada por el colegio. Aunque al contrario de poder catalogarla como nerd, se presenta como una outsider, punk y con apariencia apática. Con una madre adicta y ausente, hace lo posible para sobrevivir. Lectora de Virginia Woolf, vive libremente su sexualidad sin atender a los mandatos e incluso burlándose del qué dirán. Es el amor secreto de Otis, aunque ella se entretenga con Jackson, el deportista popular del colegio.

Por su parte, irrumpe con fuerza el personaje de Eric (Ncuti Gatwa). Quien propone pensar la disidencia genérica en relación con la familia, la religión y los grupos juveniles de pertenencia. El mejor amigo de Otis se presenta como un joven decidido, que tiene como reto convencer a su padre de sus elecciones, reconciliarse con las creencias familiares y enfrentar el acoso por parte de uno de sus compañeros.

Uno de los puntos fuertes de la serie es generar complicidad con las audiencias al hablarle de igual a igual a los jóvenes. Reconociendo sin prejuicios sus experiencias, temores y pasiones. Incluso cuando la historia no profundiza en otras variables como la clase social o las desigualdades entre hombres y mujeres. Asimismo, como toda comedia juvenil, a pesar de centrarse en temáticas sexuales no elude el conflicto intergeneracional. Se problematiza desde el exceso de entrometimiento de los padres en la vida privada de los hijos, hasta el total abandono.

Por otra parte, al tratarse de una ficción protagonizada por jóvenes contemporáneos, las tecnologías también forman parte de la historia. Con el correr de los capítulos se tematizan usos de las redes sociales, la mensajería instantánea, el intercambio de fotografías de desnudos (nudes en la jerga juvenil) y el filtrado como daño colateral de esta práctica habitual.

A la hora de ponerse serios, la ficción no tiene problemas en tematizar el aborto como una práctica producto de la propia decisión de la mujer. Escenifica a una joven en un hospital tramitando la intervención y ostentando como trasfondo el sistema de salud británico. En la sala de espera las mujeres cuentan sus diferentes historias en tono de comedia dramática, mientras afuera dos jóvenes religiosos increpan a quienes ingresan.

Lejos de sagas de películas de la década de los ochenta y noventa, como Porky’s o American Pie, que conjugan juventud y sexualidad en tono de sátira, Sex Education se aproxima más a series de su época como la irónica Please like me, Skins o 13 razones por qué. Estas últimas realizan una búsqueda en problematizar el universo que describen y profundizan generando empatía no solamente con audiencias jóvenes sino también con otras generaciones.

A sabiendas de que la ficción -y sobre todo el género de la comedia- hiperboliza personajes y acciones, se trata de una historia que ayuda a reflexionar acerca de conflictos y placeres de los jóvenes contemporáneos. Además de ser entretenida, que es lo que en definitiva se busca en una serie como esta.   «

SEX EDUCATION

Director: Ben Taylor. Actúan: Asa Butterfield, Gillian Anderson y Ncuti Gatwa. Disponible
en Netflix.