Cúcuta es una ciudad cordillerana rodeada de montañas, con una población de algo menos de un millón de habitantes, ubicada en la frontera noreste de Colombia, lindante con Venezuela. El paso habitual de decenas de miles de venezolanos y colombianos hace que su economía dependa de este frondoso intercambio. Tras los incidentes del sábado pasado, cuando la oposición a Nicolás Maduro intentó sin lograrlo ingresar desde allí los cargamentos enviados por otros países como «ayuda humanitaria», el presidente colombiano Iván Duque dispuso el cierre del paso fronterizo. Para el alcalde cucuteño, César Rojas, la medida tiene un impacto «negativo» en la ciudad. «Los gremios, la comunidad y los comerciantes empiezan a verse afectados. Siempre eran 30 mil o 35 mil venezolanos que venían a comprar. Con esa medida se registra una disminución en las ventas y en los ingresos», dijo el jefe comunal en una entrevista publicada en el diario Últimas Noticias en que le pide a Duque «buscar una fórmula para abrir la frontera. Porque además de la dificultad en Venezuela, nosotros también tenemos muchas dificultades como ciudad. No hay alternativas, ni proyectos que el gobierno apoye para mitigar la informalidad. Con esto nos veríamos abocados a una crisis más en la ciudad», dijo. Cúcuta ha sido el escenario por el que se reflejó tanto la crisis económica en Venezuela como el conflicto internacional contra su gobierno. Allí empezó a hablarse de una migración masiva de venezolanos. Hasta el gobierno argentino envió una misión de Cascos Blancos para atender necesidades sanitarias de los migrantes. Pero a partir de la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente encargado y la acción más concreta de países aliados contra el chavismo, Cúcuta se convirtió en el nodo en que se acopia gran parte de la ayuda humanitaria además de concentrar las manifestaciones políticas antichavistas. Rojas reveló que con el cierre quedaron varados muchos venezolanos del lado colombiano, sobre todo asistentes a aquel mega-recital organizado en la frontera, pero también un grupo de agitadores «encapuchados». «Ellos dicen ser una resistencia, pero son una minoría de jóvenes que no van a conseguir absolutamente nada. Y las autoridades militares colombianas, que están mirando esto, no pueden ser consecuentes con ellos y tienen que emprender acciones y reprimir estas agresiones contra la guardia venezolana. Esto sólo busca alterar la armonía en el entorno de la ciudad de Cúcuta», dice el alcalde. Rojas también está en contra de la asistencia humanitaria. «Nunca he estado de acuerdo con esto. Estuvo el presidente Duque y nunca lo acompañé, porque no comparto estas acciones. Estuve en el concierto, porque me gusta el tema de artistas y cultural. Pero lo otro deja males para la ciudad de Cúcuta», dice. Además propone otro destino para esa mercadería y afirma que debería evaluarse el reparto en territorio colombiano y considerarse a los colombianos. «Si se va a repartir eso, se tiene que repartir también a los cucuteños que estamos padeciendo la falta de oportunidades en la ciudad». «