El oficialismo en la Cámara de Senadores aún no resolvió cuándo definirá el destino de los siete jueces que están en una situación similar a la de Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli pero que, a diferencia de ellos, decidieron concurrir a las entrevistas convocadas para la ratificación –o no– de sus pases de un tribunal a otro.

La mayoría cambió de tribunal mediante decretos del expresidente Mauricio Macri. Pero hay uno cuyo pase firmó Eduardo Duhalde y otra, Cristina Fernández de Kirchner.

Las monedas están en el aire, y cada caso tiene sus particularidades. Especialmente el del juez Eduardo Farah, quien pidió su traslado a un tribunal oral federal de San Martín después de que el expresidente Macri cuestionara públicamente la decisión de excarcelar a los empresarios Cristóbal López y Fabián De Sousa. “Esto no es lo que habíamos acordado”. El otro firmante de aquel fallo, Jorge Ballestero, se jubiló y hoy ejerce como abogado particular.

Farah aspira a regresar a la Cámara Federal, como una suerte de reivindicación y desagravio. Pero los senadores interpretan que no soportó la presión de aquel escenario. Y, en estas condiciones, no están dispuestos a aprobar su retorno. Sobre el resto de los jueces que enrocaron no parece haber objeciones.

Sobre los seis que quedan, no hay reparos ni cuestionamientos de lawfare, como sí los había sobre Bruglia y Bertuzzi. Las alertas están vinculadas con que para varios el pase les significó asumir la competencia electoral en sus distritos.

En el imaginario popular, el juez electoral es el que decide quién gana y quién pierde las elecciones. La realidad muestra que no es así. Desde 1983 hasta hoy nunca hubo una denuncia comprobada de fraude.

El interés por esos juzgados tiene –entre otras– una razón mucho más mundana: el magistrado de primera instancia con competencia electoral cobra el equivalente al sueldo de un camarista, que por cierto es bastante más atractivo.

Los jueces con competencia electoral (para la que no concursaron pero la obtuvieron mediante el pase) que están a la espera de sus confirmaciones son Zunilda Niremperger (del juzgado federal 2 al 1 de Resistencia, Chaco), Esteban Hansen (del juzgado federal de Libertador General San Martín, en Jujuy, al juzgado federal 1 de esa provincia) y María Verónica Skanata (del juzgado federal de Oberá, en Misiones, al juzgado federal 1 de Posadas). Los dos primeros obtuvieron sus pases durante el gobierno de Macri; la tercera, en septiembre de 2015, un mes antes del proceso electoral que llevó a Macri a la presidencia.

Los otros jueces que esperan por una definición son Federico Villena, quien llegó a ocupar el cargo de  juez federal de la localidad bonaerense de Moreno –para el que concursó– durante tres meses y luego juró como magistrado en Lomas de Zamora. Es el juez que comenzó la investigación por el espionaje ilegal durante el gobierno de Cambiemos. El kirchnerismo lo miraba con recelo; ya no. 

Juan Manuel Iglesias, hoy integrante del Tribunal Oral Federal de Resistencia, en realidad había ganado el concurso para juez del Tribunal Oral Federal de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Pero como no había sido creado aún, se mudó de provincia.

El caso de Enrique Velázquez es por demás extraño: el Senado está revisando su pase, que se concretó hace 17 años, en 2003. Pasó del juzgado penal de instrucción 36 al de Menores 7. Allí, por ejemplo, dictó el procesamiento por homicidio agravado del policía Luis Chocobar, quien el mes próximo afrontará un juicio oral.

Una eventual decisión de obligarlo a regresar a su tribunal original generaría un descalabro, porque el juzgado 36 –del que provino– tiene juez titular (el segundo en estas casi dos décadas), surgido de un concurso del Consejo de la Magistratura: Alejandro Ferro. Habría dos jueces y una sola silla.

En los próximos días, la Comisión de Acuerdos de la Cámara Alta deberá emitir dictamen sobre los siete.

La oposición en el Senado aún no resolvió si, a diferencia de los casos de Bruglia, Bertuzzi y Castelli (se retiraron de la sesión), concurrirán a las discusiones y votarán por las ratificaciones o los rechazos de los pases. “El kirchnerismo solo tenía urgencia con esos tres; los otros no les interesan, no tienen ningún apuro”, cuestionaron voceros del interbloque opositor.  «