La tercera conmemoración del Día del Trabajador bajo el gobierno del presidente Mauricio Macri tendrá su mayor epicentro simbólico en el sur de Rosario y en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca. En ambas localidades, los trabajadores del complejo aceitero realizarán movilizaciones, en medio de un conflicto en Cargill que ya suma más de 40 días de acampe frente a sus principales accesos, en repudio al despido de 45 trabajadores y del lockout dispuesto por la empresa, que suspendió a los 500 trabajadores de la planta ubicada en Villa Gobernador Galvez en dos oportunidades: la primera por cinco días, hace tres semanas, y la segunda por doce días.

Los despidos de Cargill no son el único conflicto que afronta el gremio aceitero, cuyos sindicatos están reunidos en la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina. También afrontan otro conflicto que afecta a los 5.000 trabajadores de la actividad: la paritaria 2018, atravesada por una serie de medidas de fuerza que fueron suspendidas por una conciliación obligatoria dispuesta por el Ministerio de Trabajo que venció este viernes.

En diálogo con Tiempo, Ezequiel Roldán, secretario adjunto de la Federación de aceiteros y secretario general del sindicato de Capital Federal y Gran Buenos Aires, anticipó que aguardan una nueva ronda de negociaciones con las empresas a partir del miércoles. «La conciliación obligatoria terminó, ahora estamos con quite de colaboracion, pero si no hay acuerdo vamos a decretar un paro en todo el país, que frenará la exportación aceitera y el despacho de los buques que salen de los principales puertos argentinos», explicó Roldán.

El escenario paritario no está separado de los 45 despidos de Cargill. Para el sindicato, tanto las cesantías, como las suspensiones masivas son parte de una ofensiva concentrada en disciplinar al gremio, que integra a una de las principales actividades exportadoras de la Argentina, lideradas por Cargill y por Cofco International, creada a partir de la fusión de los gigantes multinacionales Nidera y Noble.

Según la Federación, «los balances de Cargill muestran que incrementó sus ventas en un 85% en los dos primeros años del gobierno de Cambiemos: facturó 55.100 millones de pesos sólo en el 2016 y su costo salarial -el peso de los salarios en la facturación- descendió de un 2,5% en 2015 a un 1,9% en 2016», detalló la organización. En ese cálculo, «cada 100 pesos que recauda, menos de 2 pesos se van a salario. En Cargill no hay crisis, no hay cierre de sectores ni de turnos, no hay achique de plantilla, sólo una decisión de despedir para disciplinar».

Los trabajadores aceiteros están enmarcados dentro del Convenio Colectivo de Trabajo 420/05. La negociación paritaria es abordada entre la Federación y las cámaras patronales CIARA, CIAVEC y CARBIO. «Reclamamos un básico de 30.000 pesos para la primera categoría del convenio que estaba en 25.000 por 8 horas de trabajo. Las cámaras insisten con el 15%, que impone el Gobierno. Eso llevaría el básico a 28.750, una respuesta que no se condice con las ganancias que obtienen las exportadoras», dijo Roldán.

El planteo de actualización salarial que sostiene la F.T.C.I.O.D y A.R.A. está basado en «el derecho a un Salario Mínimo, Vital y Móvil según su definición en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo, esto es, que asegure a los trabajadores “alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”. Con ese argumento legal y salarial, las negociaciones paritarias de la actividad han permitido recomponer los ingresos de los trabajadores del sector, en medio de duras ofensivas patronales y de extensos conflictos.

En mayo de 2015, hace tres años, el gremio aceitero protagonizó una huelga de 25 días, que contó con una masiva asamblea que conmemoró el Día del Trabajador. En esta oportunidad, el gremio convocó a concentrar desde las 9.30 en la Plaza de Rosario para llegar a las 11 a las dos plantas que tiene Cargill en Villa Gobernador Galvez, cuyas entradas están rodeadas por trabajadores, que acampan hace 40 días.