El reclamo no es nuevo. Pero un incendio descontrolado en plena pandemia reactivó las protestas. “La falta de agua nunca fue tan grave como en este momento”, define una vecina y referente social de Villa 20, del barrio porteño de Villa Lugano, donde un sector lleva casi un año sin agua. Mientras aguardan obras de infraestructura que se hacen esperar demasiado, piden soluciones provisorias para acceder a un recurso vital, más aún en el marco de una emergencia sanitaria.

“Ya veníamos con problemas de presión, es normal acá. Pero ahora directamente no hay agua. Y la respuesta por parte del Gobierno de la Ciudad es casi nula. La única asistencia es el camión cisterna”, se queja Graciela González Jara, referente de Proyecto Comunidad en Villa 20 y vecina desde hace casi 30 años. En diálogo con Tiempo, señala que las manzanas afectadas van de la 17 a la 21, pero se “a medida que pasa el tiempo se va agravando, se van sumando más familias” sin servicio.

“Nos dicen que hay que esperar las obras, que el barrio está en proceso de urbanización. Pero no se armó un plan de contingencia para estos problemas. Lo pedíamos desde que lo anunciaron, en abril de 2016. ¿Qué hacemos mientras empiecen a intervenir las calles?”, plantea González Jara. Y cuenta sobre un incendio el primer sábado del año, en la manzana 20, por el que una familia perdió todo. “No había agua y los bomberos no pudieron llegar. La verdad que vivimos en una trampa mortal. No pudimos hacer nada para contener el incendio. La situación es insostenible”, sentencia.

Desde el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), ante la consulta de este diario, respondieron que “los problemas de abastecimiento de agua son provocados por una baja presión en la red interna del barrio, los vecinos afectados están recibiendo asistencia diaria del Instituto de la Vivienda a través de 11 camiones cisterna, que distribuyen agua potable desde bocas de expendio habilitadas, con un cronograma fijo para abastecer también a comedores y merenderos”. Indicaron, además, que están trabajando “en conjunto con AySA para establecer una nueva red de agua potable en el barrio. Actualmente estamos ejecutando obras en las calles Chilavert, Pola, Miralla, Corvalán, Celedonio y Ordoñez”.

Desde Agua y Saneamientos Argentinos confirmaron que “se está trabajando mancomunadamente” con el IVC, pero que “la responsabilidad directa es de ellos. Es lo mismo que sucedió el verano pasado en la Villa 31. Trabajamos juntos, Aysa llega hasta la periferia con los grandes conductos y la parte interna siempre corrió por responsabilidad de las cooperativas que ellos armaron”. A partir del año pasado, con la gestión de Malena Galmarini, la empresa comenzó a intervenir en la situación de barrios populares, pero el avance aún es incipiente.

En el barrio dicen que lo que proveen los camiones cisterna no alcanza. “Mandaron camiones pero no dan abasto. ¿Cómo hacer para lavar ropa, limpiar, mantener la higiene del baño? Sin agua no se puede vivir”, lamenta Isabel, vecina del barrio, a cargo de cuatro nietos y de un comedor donde “hubo que suspender el servicio y sólo repartir mercadería por la falta de agua”.

Graciela también atiende un merendero, en un local debajo de su casa. “Hacemos malabares para sostenerlo sin agua y en medio de una pandemia. Durante todo el año pasado la gente estaba en sus casas sin trabajar, y nosotros sin poder contener esa emergencia. Sabíamos que el caudal de personas iba a aumentar porque no había escuelas”, cuenta la mujer, que en mayo contrajo covid y tuvo que cerrar hasta recuperarse. Al merendero asisten alrededor de 170 personas, de lunes a viernes, y sólo reciben las “raciones ínfimas” que les envía el Gobierno de la Ciudad: una taza de leche y tres galletitas; yogurt una vez por semana.

En declaraciones a la prensa durante un corte de calle realizado esta semana para visibilizar el reclamo, vecinos y vecinas denunciaron que el agua que llega en los camiones “es sucia” y “no tiene ni una gota de lavandina”. Y contaron: “Nosotros juntamos plata para comprar agua mineral y poder sobrevivir, pero no es algo que podamos hacer todas las semanas. Hay muchos que estamos sin trabajo y no alcanza”.