Los triunfos engañan. Las derrotas también, pero a veces ayudan. Actúan como alertas. Es posible que cueste observar algo así después del porrazo madrileño, la piña en la mandíbula que España le encajó a la Selección, como si el 6 a 1 no permitiera otra instancia que la indignación. Pero el 6-1, y esa es la otra cuestión, puede ser un espejismo, una de esas desmesuras que en ocasiones entrega el fútbol. Sin embargo, también puede ser un llamado de atención a tiempo, aunque Jorge Sampaoli no tenga agendadas más pruebas antes de Rusia, sólo un show de despedida (contra Bolivia) y un acuerdo comercial y político (contra Israel). Por eso, nadie debería esperar grandes cambios para lo que viene. En todo caso, será un asunto de sintonía fina.

Sampaoli mantiene la idea de anunciar la lista de 23 jugadores el 14 de mayo. No habrá, por el momento, una convocatoria ampliada para luego hacer cortes. En el horizonte tampoco aparecen sorpresas. No por ahora. El entrenador utilizó estos amistosos para probar jugadores. Aunque podía evaluarse la inconveniencia de que uno de los rivales fuera España, algo que nunca convenció al entrenador, el mazazo actúa como un reordenador, pero sin conclusiones catastróficas, la terminología preferida por algunos cronistas bajo la premisa de hacer de la goleada, leña. El contexto debería matizar el golpe: en Madrid faltaron dos jugadores clave, Sergio Agüero y Ángel Di María, y uno indispensable, Lionel Messi, el hombre que es el equipo. Ya está dicho que sin Messi no hay Selección. O que hay otra, con otra textura, con otro volumen, otra potencia. ¿Por qué hubiera sido distinto España, un conjunto cohesionado y con una identidad definida después de años de trabajo?

Cuando faltan menos de 75 días para el inicio del Mundial es prematuro adelantar posibles equipos. Hay dibujos en la cabeza del entrenador, nombres que se cruzan, pero todavía queda un recorrido por hacer, aunque más no sea limitándose al análisis de lo ya visto. No queda otra, aunque el resultado tan estrepitoso haya abierto un mar de incertezas; aunque Sampaoli haya utilizado los nueve meses en el cargo, además de conseguir el objetivo de la clasificación a Rusia, para desplegar un laboratorio móvil. Lo contó el periodista Martín Eula en el diario Olé esta semana: en diez partidos bajo la gestión de Sampaoli, hubo cuatro esquemas tácticos distintos, 37 jugadores titulares y 45 cambios entre el primer partido y el último, un promedio de 4,5 cambios por encuentro.

Pero más allá de las pruebas, el entrenador aún apuesta a una idea: el juego de posesión, la administración de los tiempos del partido, laterales que pasen al ataque y la combinación de toques largos y cortos hasta romper líneas. La apuesta, por supuesto, a la contundencia en ataque. A Messi. Esa búsqueda es permanente en Sampaoli. Y no cambia. Puede sonar arriesgado, pero la historia entrega demasiados ejemplos de equipos que aparecen durante el Mundial, en su transcurso, ni siquiera en la primera fase, en los mano a mano siguientes.

«El fútbol es raro. LaArgentina empató de casualidad contra Perú y clasificó a México 86. Ni las familias viajaron. Pero después fue campeón. Y la Argentina no tiene a ninguna potencia en el grupo», dice Fernando Signorini, preparador físico de la Selección en Sudáfrica 2010, bajo el mandato de Diego Maradona. En ese camino también hubo un 6-1, contra Bolivia, en La Paz, por las eliminatorias. «Aquello fue distinto –recuerda– porque había un factor externo determinante, que era la altura. Eso condicionó todo. Además, quedaba más tiempo para hacer ajustes.» Para Signorini, que trabajó con muchos de los jugadores que hoy están en la Selección, como Messi, Di María, Agüero y Gonzalo Higuaín, el resultado con España no debe modificar los planes del entrenador. «Siempre que Sampaoli tenga una idea y una convicción, algo así no tiene que cambiarte, tenés que mantener el camino que considerás conveniente», dice.

Entre las preocupaciones que plantó el breve tour europeo, una es lo irresuelto del mediocampo. Si frente a Italia el primer tandem fue Leandro Paredes-Lucas Biglia, para luego convertirse en Ever Banega-Biglia, con España se eligió a la dupla Javier Mascherano-Biglia, lo que mostró un concepto distinto para ese sector clave. La gira dejó a Mascherano más cerca del banco de suplentes. A Biglia como titular. Y a la búsqueda de un segundo volante como una prioridad, que podría salir de Banega, Paredes, Giovani Lo Celso y, no está descartado, Enzo Pérez, que si levanta su nivel en River tiene una ventaja: está probado en la Selección y en un Mundial.

Veinticinco años atrás, la Argentina perdió 5-0 con Colombia en el Monumental, lo que obligó a un repechaje para con Australia para llegar a Estados Unidos 94. La goleada produjo un terremoto y el retorno de Maradona a la Selección. Para Colombia fue pura fiesta, la creencia de que se estaba a punto de ganar el Mundial. Más allá de las circunstancias que derivaron en el final de la Argentina, con el doping de Diego como fondo de todo, ese equipo apareció en sus primeros partidos del Mundial. Y esos primeros partidos, a la vez, vieron cómo Colombia mordía el polvo. Las vueltas del fútbol, son muchos los colombianos que sostienen que aquella goleada acaso fue lo peor que podía pasarle a la Selección de Francisco Maturana. Puede servir como lección, para que una goleada no tape el bosque.