“Esta tragedia nos enluta a todos y ha calado muy hondo en las autoridades y toda la sociedad”, decía el ministro de Defensa el martes pasado, frente a un atril, en la Dársena E del Puerto de Buenos Aires. Cuatro pasos detrás de Oscar Aguad, lo escuchaba el nuevo jefe interino de la Armada, vicealmirante José Luis Villán, y un metro a la izquierda, de ostensible traje entre tanto uniforme, Jorge Arosa, el presidente de Tandanor. La ocasión que los reunió fue la ceremonia de zarpada del rompehielos ARA Almirante Irízar, que tras diez años de inactividad inició su travesía hacia la Antártida en el marco de la Campaña Antártica de Verano 2017-2018. Pero en su discurso, Aguad se refirió primero a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, que “estaban cumpliendo –dijo, sin dar precisiones– una misión táctica fundamental para nuestro país”. Y enseguida subrayó cuán “estratégico” es también para la Argentina el continente blanco.

El regreso del Irízar al océano permite, por lo pronto, acreditar la satisfacción de la Armada y de la cartera de Defensa respecto de las tareas de reconstrucción y modernización del buque insignia de la fuerza, realizadas en el mismo astillero que completó la reparación de “media vida” del San Juan. Del mismo modo que no hubo objeciones de las autoridades cuando la entrega del submarino, tampoco las hubo con el rompehielos. 

El 10 de abril de 2007, a unas 140 millas náuticas de Puerto Madryn, un incendio en el cuarto de generadores del Irízar se propagó rápidamente a otros sectores, obligando a su evacuación y dejando el 80% del buque fuera de servicio. En septiembre de 2009, y como parte de la política de recuperación de la capacidad del Complejo Industrial y Naval Argentino (CINAR), la Armada y Tandanor firmaron un contrato para repararlo y modernizarlo. Con un 99% de mano obra nacional, una inversión de 153 millones de dólares y más de siete años de trabajos, el rompehielos se convirtió en un navío multipropósito: de logística y rescate pero también científico, con ocho laboratorios equipados con tecnología de punta. El nuevo Irízar puede transportar 313 personas (antes eran 250), tiene sistemas automatizados de control y monitoreo, y modernos sistemas de navegación segura, salvamento y evacuación.

Al mando del capitán de fragata Maximiliano Mangiaterra, el Almirante Irízar concretará el reabastecimiento de combustible en las bases Esperanza, Marambio, Petrel y Orcadas, para luego continuar su navegación hacia la base Belgrano 2, la más austral de la Argentina en la Antártida. Desde allí, el rompehielos retornará al puerto de Ushuaia para reabastecerse con insumos que serán trasladados en una segunda instancia hacia Marambio y la base San Martín, en operaciones que se extenderán durante 120 días.

«Si tienen problemas con el Irízar, ya sería un desastre, aunque ahí tiran botes salvavidas y listo. No es lo mismo», dice el familiar de un submarinista desaparecido. Mientras tanto, el San Juan yace en algún punto aún ignorado del fondo del mar, y los familiares de los 44 reclaman la continuidad de un operativo de búsqueda que se desinfla. La Marina de los EE UU ya retiró su vehículo de operación remota CURV 21, que operaba a bordo del buque Atlantis. La esperanza pasa ahora por Rusia.

El viernes, 22 familiares que habían llegado el día anterior a la Base Naval Puerto Belgrano, fueron recibidos en el Centro Coordinador de Búsqueda por el subjefe de la Armada, que les explicó los criterios de barrido del área de búsqueda aplicados hasta hoy. En concreto, el operativo continúa con tres buques: el destructor Sarandí, el aviso Islas Malvinas –con el minisubmarino de prospección Panther Plus ruso a bordo– y el buque oceanográfico ruso Yantar, al que se le permitió explorar en una zona ubicada al sur del área de búsqueda original.

Y si bien esta semana se había anticipado que la Federación Rusa –adonde el próximo 23 de enero viajará Mauricio Macri para entrevistarse con Vladimir Putin– retiraría su ayuda en 15 días, el viernes “nos aseguraron que Rusia no se va”, adelantó Diego García, hermano del cabo principal Luis Esteban García, uno de los 44, presente en la reunión en Puerto Belgrano. “La Armada prometió tramitar el alquiler de instrumentos para la búsqueda, y que el presupuesto de Defensa para continuarla es ilimitado”, agregó. «